sábado, 18 de septiembre de 2010

Entrevista a Forma Antiqva





18/ 09/2010

“El pop, el rock y el jazz son herederos directos de la música antigua”

Los hermanos Pablo, Daniel y Aarón Zapico constituyen el germen de Forma Antiqva, uno de los conjuntos de cabecera a la hora de afrontar repertorios de música antigua con carácter historicista. Su bagaje nacional es intachable, habiendo alcanzado los más prestigiosos escenarios y festivales: Teatro Real de Madrid, Auditorio de Barcelona, Semana de la Música Religiosa de Cuenca… y su incipiente recorrido internacional incluye ya América Latina, Japón China, Australia y buena parte de Europa. Durante estos días se encuentran en Asturias, su tierra, en el foso del Teatro Campoamor, para las representaciones de ‘L’incoronazione di Poppea’.


¿Qué reacción esperan del público ovetense ante una ópera tan poco usual para ellos?

Ante cualquier espectáculo que se sale de la ‘corriente principal’ la gente tiene que venir con un punto más de receptividad. Aún así lo consideramos una ópera de las más modernas que hay.

¿Por qué?

Por el tratamiento de la armonía y del ritmo, el texto… el tema de las pasiones y el ascenso al poder a través del sexo y la lujuria, y el erotismo, que impregna todo, son temas de total actualidad. Que sea con instrumentos originales o que en realidad se trate de una obra barroca son factores que tienen su importancia, pero no son definitivos.

¿Cuáles son para ustedes las características más reseñables del lenguaje de Monteverdi?

Se resume en una frase: el poder de la palabra. Basa toda su música en potenciar el texto. Posee muchas sutilezas rítmicas, juegos armónicos y rapidez en la declamación, todo para favorecer a la acción.

¿A qué se creen que se debe este auge del barroco que se está viviendo?

El hombre es un animal, y siempre vuelve a lo primitivo y a lo más natural. Esta música no es artificiosa, no se aleja del propio ser humano: respiración, tempo, declamación… todo es muy orgánico. En cierta manera, es muy parecida a toda la música que escuchamos ahora: pop, rock o jazz (siempre dentro de unos mínimos de calidad) son herederos directos de la música antigua.

Cada vez existen más festivales dedicados a esta música…

Cierto, cada vez hay más festivales porque cada vez hay más intérpretes que se especializan en este tipo de música, no sólo por el atractivo de los instrumentos antiguos, sino porque es un repertorio que nos resulta muy cercano, aunque nunca se haya escuchado anteriormente. Pasa con la moda y pasa con la música: se trata de volver a la génesis.

¿Cuánto hay de verdad en la interpretación ‘historicista’ y cuánto de aportación de los intérpretes?

Para potenciar al máximo estas obras necesitas tener un diapasón específico, un temperamento específico y unos instrumentos específicos. A partir de ahí, nunca se puede saber con rotundidad cómo sonaba en aquella época. Procuramos basarnos en tratados, pero, por ejemplo, en algunos de ellos se prohíben determinadas prácticas. Y, si se prohíben, es porque en realidad se hacían. Hay que tener cuidado, porque teoría práctica no siempre coinciden. A partir de ahí, ofrecemos nuestra opción, por eso se llama ‘interpretación’.

Eso aporta un sello personal

En Forma Antiqva siempre hemos sido conscientes de no recrear, sino de ofrecer nuestra visión sincera. Sería absurdo negar las influencias que tenemos por nuestra edad, por la música que escuchamos, e incluso porque cada vez vamos especializándonos más e incorporando estos conocimientos a nuestras interpretaciones.

Ustedes tres constituyen la formación básica de Forma Antiqva, sin embargo, en el foso encontraremos más músicos

Somos 20 personas en total. Nosotros, con nuestros instrumentos somos continuistas. Completamos la parte de continuo para hacerla más rica con violas de gamba, pero además necesitamos instrumentos melódicos (violines, cornetas…). En la música antigua generalmente no hay una platilla estable, sino que nos vamos sirviendo de gente cuya calidad tenemos contrastada para los diferentes proyectos.

¿Dónde se encuentran más cómodos, en el escenario o en el foso?

Encima del escenario es más cómodo, porque el foso demanda un extra de atención, ya que la escena puede estar lejos, el recitativo puede no oírse bien desde nuestra posición. Son roles diferentes. En la ópera la palabra ‘acompañar’ adquiere su máxima expresión, y en la música de cámara hay más libertad, son piezas que se pueden ensayar más, y el diálogo que se establece en el escenario es entre nosotros, y no con cantantes a los que no conocemos tanto.

Echando la vista atrás, ¿cómo han evolucionado a lo largo de los más de diez años que llevan como formación?

Paso a paso. Cuando formamos el grupo estábamos empezando la especialización, y tuvimos que recorrer todos los peldaños uno a uno, no es como un grupo que reúne a expertos intérpretes desde el comienzo. A la vez que íbamos descubriendo nuestra profesión, íbamos creciendo como grupo.

¿Cómo fueron esos comienzos?

Nuestro primer concierto fue en una sidrería, pero también llegamos a tocar en la cárcel. Todos los sitios posibles que se puedan imaginar como lugar de concierto los hemos recorrido. Si todavía hoy es raro ver un clave en Asturias, a finales de los 90, cuando empezamos, era casi impensable. No sabíamos dónde ir a estudiar y todo era un gran laboratorio para nosotros.

Y llegaron los conciertos en el Real, giras por el extranjero, las portadas en revistas especializadas… ¿Cómo lo viven?

Como todo ha sido muy progresivo, uno no se da cuenta hasta que le hacen una pregunta como ésta. Cuando empezamos a mirar para atrás nos damos cuenta de todo, y ni en nuestros mejores deseos habríamos pensado algo así, nunca nos marcamos ninguna meta. Pero cuando pensamos en todo lo recorrido, el sentimiento es de satisfacción y orgullo por haberlo conseguido con nuestro esfuerzo.

Ustedes también se distinguen por la recuperación del patrimonio del Patrimonio, por ejemplo de los archivos de la Catedral de Oviedo.

La recuperación de Patrimonio es muy difícil. Llevamos unos cinco años intentando plasmar ese proyecto en disco y editar las partituras, pero de momento no ha habido manera de llevarlo a buen puerto. Cuando a estaba por estrenarse en Madrid –es un poco triste tener que ir a Madrid para estrenar la música de la Catedral de Oviedo- se volvió a suspender por diversos problemas.

¿Creen que se valora esa actividad?

Realmente no hay conciencia de recuperación, pero no sólo en Asturias. Salvo excepciones como Andalucía o Cataluña, es una verdadera lástima, porque existe un gran vacío en la música antigua española, ya que parece que todo termina con Tomás Luis de Victoria, y por supuesto no es así. Hay muchos tesoros ocultos que colocarían a España a la cabeza en este tipo de repertorios.

¿Qué papel ocupan las grabaciones en su actividad?

Surgen de la necesidad de que el grupo sea algo físico. Suponen un cambio de mentalidad, porque en las grabaciones la interpretación varía, ya que tiene que gustar ahora, pero también dentro de cinco o diez años. Además, el público puede ser o no especializado en el tema.

¿Son económicamente rentables?

No dan grandes satisfacciones económicas, pero sí mantienen al grupo vivo durante el periodo en el que el disco aparece en las revistas, tiene comentarios, críticas… Y esto nos permite tener un producto que presentar a programadores para conseguir conciertos. Cada disco tiene su camino, hasta que es reemplazado por el siguiente. Con ellos expandimos el nombre, ya que gracias a la tecnología están disponibles en plataformas como iTunes o Spotify.


(Foto: www.facebook.com/formaantiqva)

sábado, 11 de septiembre de 2010

LXIII Temporada de la Ópera de Oviedo: la Temporada de la crisis




11/09/2010

LXIII Temporada de la Ópera de Oviedo

Arranca la Temporada de la crisis

Auténtico encaje de bolillos. Con la reducción presupuestaria sufrida por la Ópera de Oviedo, la intención de mantener los cinco títulos y la condición de no entrar en números rojos, la Temporada 2010- 2011 levanta el telón, casi milagrosamente, con títulos que siguen la línea marcada en los últimos años. Propuestas arriesgadas cono ‘La coronación de Poppea’ (Monteverdi) o ‘Katia Kavanová’ (Janácek), que se salen del repertorio más tradicional, conviven con títulos de sobra conocidos por el público, ‘Il Trovatore’ (Verdi) o ‘El elixir de amor’ (Donizetti), y con la recuperación de una de las producciones más valoradas por el público, el ‘Tristan e Isolda’ (Wagner) estrenado en 2007. Contentar a todos es imposible. Continuista o no, lo cierto es que se abarcan 279 años de historia del género (desde el estreno de ‘Poppea’ en 1642 hasta el de ‘Katia Kavanová’ en 1921) y varios estilos que van desde la ópera bufa de Donizetti hasta el drama decimonónico de Verdi, el nacionalismo checo de Janácek, el barroco de Monteverdi y el ‘Arte Total’ wagneriano.


L’ incoronazione di Poppea (Claudio Monteverdi)

18, 19, 21 y 22 de septiembre

Se suele considerar a Claudio Monteverdi (1567- 1643) como el padre de la ópera tal y como la conocemos actualmente, para la cual estableció las bases con su ‘Orfeo’ estrenado en 1607. Sin embargo, el mérito de Monteverdi fue consolidar un género que ya había nacido unos años antes, en 1597, con el estreno de ‘Dafne’ de Jacopo Peri, en un intento por revivir el drama musical griego, al menos tal y como se suponía que era en la Florencia renacentista.

Sea como fuere, el instaurador de los cánones que, aunque evolucionados, constituyen la base de la ópera hoy en día fue Monteverdi con sus obras, de las cuales sólo se conservan tres: ‘L’Orfeo’ (1607), ‘Il ritorno d'Ulisse in patria’ (1641) y ‘L’ incoronazione di Poppea’, que será la encargada de abrir la Temporada de Ópera en Oviedo.

‘L’ incoronazione di Poppea’, constituye la última obra de Claudio Monteverdi, y fue estrenada en el Teatro dei Santi Giovanni e Paolo (Teatro Grimani) de Venecia en el carnaval de 1642. Es una de las primeras obras representadas fuera de los salones aristocráticos, para un público que pagaba su entrada. Quizá por eso, Monteverdi hizo en ella una amalgama de géneros para todos los públicos, desde la comedia grotesca hasta el lirismo sublime. El autor del libreto, Giovanni Francesco Busenello, inspirándose en los ‘Anales’ de Tácito y ‘Las vidas de los doce césares’ de Suetonio, cuenta las turbias maniobras empleadas por Poppea para satisfacer su implacable ambición: ser coronada emperatriz.

El tema central es el amor triunfante de Nerón y Poppea, aún a costa de la virtud. Resulta desconcertante aún desde los criterios actuales, contemplar la amoralidad cínica de Poppea, quién logra su objetivo de consagrarse emperatriz, provocando en el camino la muerte de Séneca y el exilio de Octavia y su anterior marido Otón. Esto puede explicarse por el hecho de que Busenello, miembro de la aristocrática y libertina Accademia degli Incogniti, escribió un libreto lleno de ironía, sobre un tema conocido por el público veneciano del siglo diecisiete, quienes probablemente estaban familiarizados con el relato de Tácito y la vida de Séneca.

Musicalmente lo más admirable de esta partitura es el uso de la polifonía derivada de la música sacra, y de los episodios madrigalescos que, junto a los números cómicos, alivian la tensión de los recitativos secos. La calidad de la música, la expresión de las emociones y la perfección de los números cerrados hacen de ‘L’ incoronazione di Poppea’ la obra maestra de Monteverdi.

La nueva producción que llega al Campoamor, bajo la dirección del asturiano Emilio Sagi, cuenta con la participación de la orquesta Forma Antiqva, centrada alrededor de los hermanos Pablo, Daniel y Aarón Zapico, que se ha convertido en la cabeza visible de la nueva generación de intérpretes de música antigua en España. A la batuta, Kenneth Weiss, su principal director invitado, y en el reparto, liderado por la navarra Sabina Puértolas (Poppea) destacan los nombres de Max Emanuel Cencic (Nerón), Christianne Stotijn (Octavia), Xavier Sabata (Otón) y Felipe Bou (Séneca).


Il Trovatore (Giuseppe Verdi)

8, 11, 14, 16 y 17 de octubre

Recién llegada del Gran Teatre del Liceu, desembarca en Oviedo esta coproducción entre el teatro barcelonés, el asturiano y los teatros Capitole de Toulouse y La Llotja de Lleida, bajo la dirección escénica de Gilbert Deflo, que devuelve a la vida el mito español creado a partir de la obra teatral cumbre del gaditano Antonio García Gutiérrez, convertida a libreto operístico por Salvatore Cammarano. ‘Il Trovatore’ pertenece a la llamada ‘trilogía popular’ verdiana, compuesta en poco más de dos años, entre noviembre de 1850 y marzo de 1853, y que incluye Rigoletto, Il TrovatoreyLa Traviata.

La truculenta historia de García Gutiérrez, que incluía todos los tópicos románticos - pasión desbordada y frenética, la brujería, la magia, el oscurantismo, los temas y personajes de la Edad Media y en general cualquier tipo de exceso de emotividad- sirvió de inspiración a Verdi para crear una música de carácter oscuro, tenebroso y nocturno. Desde su primera representación suscitó el entusiasmo del público, convirtiéndose muy pronto en una de las obras más interpretadas y apreciadas de todo el repertorio operístico. Aun así, a lo largo del siglo XX no han faltado las críticas, dirigidas sobre todo contra el libreto de Cammarano, considerado uno de los más caóticos de la historia de la ópera.

A pesar de las críticas negativas hacia la música y el libreto, el derroche auténticamente prodigioso de melodías inolvidables hace de esta ópera una de las favoritas del gran público. El maestro italiano Arturo Toscanini comentaba que este drama verdiano precisaba de los cuatro mejores cantantes del mundo para hacer justicia a la partitura.

Para solventar esta difícil empresa, las cuatro primeras representaciones contarán con un primer reparto que presenta los nombres de Dalibor Jenis (Conde de Luna), Hui He (Leonora), Elisabetta Fiorillo (Azucena) y Walter Fraccaro (Manrico). Además, una quinta representación recupera por tercer año consecutivo un segundo reparto, con precios populares y voces jóvenes, en concreto las de Damiano Salerno, Carmen Solís, María Luisa Corbacho y Josep Fadó. En el foso, la Oviedo Filarmonía contará también con dos batutas, la de Julian Reynolds en el primer ‘cast’ y Andrés Juncos en el segundo, lo que aportará dos lecturas diferentes en cada elenco.

La obra posee algunos de los momentos más recordados de la historia del género, entre ellos la presentación de la gitana Azucena (“Stride la Vampa”), el coro de gitanos (“Vedi! Le fosche notturne spoglie”), y, sobre todo, la cabaletta de Manrico “Di quella pira”, auténtico ‘tour de force’ para el tenor solista, donde alcanza el agudísimo y ya mítico Do de Pecho.

Tras el declive del entusiasmo wagneriano que dio lugar en los años veinte del pasado siglo, al fenómeno cultural de la recuperación de Verdi, Il Trovatorese convirtió en polémico objeto de exagerado desprecio o exagerada admiración. El más absurdo y el más enloquecido de los melodramas, lacerado entre apasionada desesperación y sumaria brutalidad, con una partitura de carácter popular, sin implicaciones psicológicas, se convirtió en el símbolo del primer estilo verdiano, contrapuesto a la estudiada perfección de las posteriores obras maestras basadas en la producción de Shakespeare.


Katia Kavanová (Leos, Janácek)

21, 23, 25 y 27 de noviembre

La apuesta más arriesgada de la temporada llegará en el mes de noviembre con la presentación en Oviedo de la ópera ‘Katia Kavanová’, considerada obra de madurez de uno de los adalides del nacionalismo checo de principios de siglo, Leos Janácek. Tanto la dureza de su argumento -basado en ‘La tormenta’, un drama de Alexander Ostrovsky que trata con crudeza la infidelidad y el suicidio- como su lenguaje musical expresionista y su idioma (es cantada en checo) parecen, a priori, grandes dificultades para el público ovetense. Sin embargo, la historia de temporadas anteriores demuestra que estas grandes apuestas son los grandes aciertos para una ópera que necesita de novedades en su repertorio como el comer: ahí están los recientes éxitos de las óperas de Richard Strauss, Benjamin Britten, Francis Poulenc o Igor Stravinsky, compositores que aún hoy inexplicablemente son considerados ‘modernos’.

La ópera trata del drama de la joven y sensible Katia, quien representa el arquetipo de mujer oprimida por las leyes de su propia moralidad y que ha realizado un matrimonio de conveniencia con un joven dominado por una madre autoritaria. Ahogada por este ambiente opresivo, intentará realizar sus sueños pero su conciencia le impedirá romper con su entorno social y con su matrimonio con un hombre mediocre, débil, frío y totalmente dominado por su madre y por los prejuicios de clase. Katia vive el amor rejuvenecedor y adúltero de un hombre que parece comprenderla, pero que no puede decidirse a liberarla y a liberarse él mismo. La violencia natural de una tormenta que estalla a orillas del río despierta en el alma de Katia un temporal, una discordia de los sentimientos tan desgarradora que da fin a su existencia sin salida con un salto en el Volga.

La fuerza de la historia y, sobre todo, la capacidad psicológica de la música escrita por Janácek, que describe la naturaleza y su potencia así como las emociones en el alma de los personajes incluyendo melodías populares, otorgan a la obra un tono sombrío, trágico, aquel que imprime un destino inevitable. Janácek describe el sufrimiento de Katia de una manera conmovedora, su gran monólogo final se cuenta entre las escenas de ópera imperecederas.

Además, sobre toda la obra plantean problemas sociales, prejuicios que pesaban sobre la vida de los habitantes del campo eslavo, y, sobre todo, se encuentra teñida de tintes autobiográficos, reflejando fielmente la relación del compositor con su amante, Kamila Stösslová.

Esta ‘Katia Kavanová’ supondrá, además, la vuelta de Max Valdés al frente de la Orquesta Sinfónica del Principado tras haber abandonado su titularidad este año, y al foso del Campoamor dos años después de su brillante lectura de los ‘Dialogues de Carmélites’ en septiembre de 2008, para un repertorio en el que el maestro chileno se mueve cómodamente. El elenco vocal presenta a Janice Watson como Katia, acompañada de Vladimir Matorin como Dikoi, Ludovit Ludha como Boris, Judith Frost como Kabanija y Donald Kaasch como Tijon, en un montaje procedente de la Opera North de Leeds, dirigido por Tim Albery.


L’elisir d’amore (Gaetano Donizetti)

12, 14, 17, 18 y 19 de diciembre

El alivio cómico a las tres tragedias vividas con anterioridad en la Temporada lo pondrá ‘L’elisir d’amore’ obra cumbre del llamado género bufo junto con ‘Il barbiere di Siviglia’ (Rossini) y ‘Le nozze di Figaro’ (Mozart). Además, ‘L’elisir d´amore’ no sólo es una de las obras maestras del género bufo, sino que, además, es una de las óperas más perfectas y menos irregulares de Donizetti, cosa bastante singular en su numeroso y descuidado catálogo. Musicalmente es una obra llena de lirismo, comicidad, riqueza melódica y cuidada orquestación, que posee una de las páginas más bellas y demandadas del repertorio para tenor, el aria “Una furtiva lagrima”

Donizetti emplea para la obra una fórmula nueva, que parte de algunos de los elementos desarrollados por Rossini en su repertorio bufo, pero tejidos con una nueva sensibilidad y melancolía románticas. La obra se inscribe así en un género denominado ópera semiseria, donde han desaparecido ya los personajes serios de antiguos modelos, pero donde alguno de los protagonistas, en concreto Nemorino, presenta una tristeza melancólica extraña hasta entonces al género bufo.

En Donizetti se produce una vuelta a la sátira de costumbres típica del setecientos pero con mayor variedad y profundización en los personajes. Mientras que los personajes rossinianos presentan una cierta dignidad burguesa, con Donizetti se asiste a la recuperación de las figuras populares de la ópera bufa napolitana. De este modo, explota la comicidad del bajo, como si se retomase la fórmula desde ‘La serva padrona’ de Pergolesi.

De nuevo la Ópera de Oviedo retoma la idea del segundo ‘cast’, por segunda y última vez en la Temporada, aunque esta vez la batuta no variará, será la del madrileño José Miguel Pérez Sierra ya conocido del Campoamor en su temporada de Zarzuela y que se presenta por primera vez en la Ópera dirigiendo a la Oviedo Filarmonía, con un amplio bagaje en el género, que incluye el haber sido el director más joven de la historia del Festival Rossini de Pésaro, cosechando un éxito unánime de público y crítica.

La escena, firmada por Daniel Slater, traslada la acción de la plaza del pueblo a un hotel regentado por Adina. En el reparto principal, las voces de Patrizia Ciofi (Adina), Ismael Jordi (Nemorino), Rodion Pogossov (Belcore) y Giorgio Surjan (Dulcamara) compondrán el cuarteto protagonista, que será relevado en la última función, fuera de abono, por Auxiliadora Toledano, Mikeldi Atxalandabaso, Marc Canturri y Luis Cansino.

Destacar los memorables de esta partitura es realmente difícil. La imaginación de Donizetti es asombrosa, y más si se tiene en cuenta la leyenda que dice que la ópera fue compuesta en sólo dos semanas (la realidad es más benévola, en realidad fueron seis, lo que no deja de ser un récord), aunque se podrían destacar la presentación del charlatán Dulcamara (“Udite, udite”), la del enamorado Nemorino (“Quanto e bella”) o la Barcarola “Io son ricco, tu sei bella”, auténtica parodia, aparentemente simple pero llena de intención, de la ópera dieciochesca. L´elisir d´amore’, a pesar de estar plena de situaciones humorísticas, deja un poso de nostalgia y hermosa sensibilidad, del que resulta una comedia donde brilla con luz propia "una furtiva lágrima".


Tristan und Isolde (Richard Wagner)

27 y 30 de enero, y 2 y 5 de febrero de 2010

Para el cierre de Temporada se reserva la recuperación de uno de los montajes más aplaudidos, el de la ópera de Wagner ‘Tristán e Isolda’. Se trata de una producción propia de la Ópera de Oviedo (lo que ayuda a controlar el gasto en estos momentos de crisis) y presentado en septiembre de 2007 con gran éxito, algo de gran mérito, ya que la mastodóntica obra de Wagner alcanza las cinco horas de duración. Firmado por Alfred Kirchner, aporta una visión abstracta en lo escénico con gran predominio de las formas geométricas y el juego de luces, con el mar como telón de fondo.

‘Tristán e Isolda’ supuso toda una revolución en la música. Sus cuatro primeras notas son las más analizadas de la historia, creando el famoso ‘Acorde de Tristán’, una entidad sonora que aún hoy sigue generando discusiones sobre su verdadero propósito y naturaleza. Sólo con ese comienzo, Wagner consiguió una cantidad de tensión tal que aún hoy genera polémica. A partir de aquí, el continuo uso del cromatismo y las consiguientes disonancias generadas, estiraron hasta el extremo los límites de la tonalidad clásica, dejándola al borde de su disolución, tal y como ocurrió en el siglo XX.

Wagner escribió el libreto basándose en el romance de Gottfried von Strassburg, que a su vez se basa en la leyenda medieval de Tristán, trasmitida en francés por Thomas de Bretaña, siguiendo la tradición romántica de buscar en los romances medievales una fuente de inspiración para los argumentos de las óperas. Muchos críticos wagnerianos de la época consideraban que esta ópera representaba el cenit de la música occidental; por otro lado, otro grupo influyente de críticos, centrados alrededor de Eduard Hanslick, la tachaba de incomprensible.

La Oviedo Filarmonía aparecerá por tercera vez en el foso, acaparando más de la mitad de la temporada y asentándose como orquesta de referencia en el Campoamor, con su titular, Friedrich Haider al frente. En el reparto, los nombres de Robert Dean-Smith (Tristán), Elisabete Matos (Isolda), Felipe Bou (Rey Marke), Gerd Grochowski (Kurwenal), Javier Galán (Melot) y Petra Lang (Brangäne) darán vida a los protagonistas de esta ‘Gesamtkunstwerk’ (‘Obra de Arte Total’), como a Wagner le gustaba denominar a sus dramas musicales, ya que en ellos conjugaba todos los aspectos: música, teatro y artes visuales, a la manera, según él, del teatro griego. Wagner era muy crítico con el tipo de ópera imperante en su época, a la que acusaba de centrarse demasiado en la música, a la que se subordinaban los demás elementos, en especial el drama. Por ello, concedía gran importancia a los elementos ambientales, tales como la iluminación, los efectos de sonido o la disposición de los asientos, para centrar toda la atención del espectador en el escenario, logrando así su completa inmersión en el drama. Estas ideas eran revolucionarias en su momento, pero pronto pasaron a ser asumidas por la ópera moderna.