sábado, 10 de octubre de 2009

Entrevista a Juan Pons, barítono





10/10/2009
“La mayor competencia es contra uno mismo”

Aquejado de un proceso gripal que a dos días del estreno le mantenía ‘entre algodones’, el barítono balear Juan Pons nos recibió en el antepalco municipal del Teatro Campoamor. El año que viene cumplirá 40 años de exitosa carrera, en los que ha actuado en todos grandes los templos de la ópera alrededor del mundo, y ha compartido cartel con los cantantes más reconocidos. Pons repasa su vida encima del escenario y nos da algunas claves para comprender mejor la ‘Tosca’ que se estrenó el pasado jueves en Oviedo y a la que le quedan todavía 3 funciones con el reparto principal (días 11, 14 y 17) y una con el reparto joven (día 16).



'Tosca’ es el título más representado en la historia de la Ópera de Oviedo, y en su currículum figura más de 400 veces. ¿Se puede seguir aportando algo con ese bagaje?

Depende de cada situación, de los colegas que te acompañan, de la producción… Es fácil creer que puede llegar a aburrir a un cantante volver a enfrentarse al personaje de Scarpia, pero no es así, porque no estoy en una compañía que la representa a diario con el mismo equipo durante años. Todo alrededor va cambiando, las indicaciones que se reciben son diferentes, y cada una es un desafío nuevo. Lo importante es entrar en el personaje, respetando las indicaciones de Puccini.

Usted está considerado como un experto en Puccini, y en general en el verismo italiano. ¿Es ‘Tosca’ su ópera favorita?

Está dentro de mis óperas favoritas. Sin embargo, si tengo que decantarme por un personaje sería el ‘Simon Boccanegra’ de Verdi, porque a nivel vocal exige pasar por diferentes épocas de la vida, desde la juventud hasta llegar a Dux de Venecia, con todos los matices que eso conlleva. Si hablamos de la combinación cantante- actor, diría ‘Falstaff’ (Verdi). Y por supuesto está ‘Tosca’, ‘Andrea Chénier’ (Giordano), ‘Pagliacci’ (Leoncavallo)…

Centrándonos en el personaje de Scarpia, exige una fuerte carga dramática. ¿Va en detrimento de la voz?

No, en absoluto. Creo que la voz aún me responde, y siempre que un personaje ha exigido una carga pasional y dramática, o de rabia, como hay en Scarpia he aprendido a usar la inteligencia y la técnica. No se puede subir encima de un escenario y gritar, pese a ser un personaje fuerte que da órdenes. Sin embargo es necesario convencer al público, y tal como está escrito, es imposible no sentir algo cuando estás en esos momentos. Por tanto, se debe afrontar pensando en que la voz tiene que durar, y como decía Alfredo Kraus, se estudia canto para cuando no se puede cantar.

El año que viene cumple los 40 años de carrera operística. Empezó en el coro del Liceo, y debutó aquí en Oviedo.

Sí, comencé en julio de 1970 en el coro del Liceo de Barcelona, ciudad a la que había llegado para estudiar canto desde Mallorca. Durante un tiempo fue el que venía a Oviedo a hacer las representaciones, porque la Ópera de Oviedo no poseía un coro, así que mi primera actuación fue en el Campoamor. También hice uno de mis primarios aquí, cuando la mayoría de los cantantes que se traían eran italianos

Mucha gente dice que no es bueno comenzar una carrera como solista en un coro…

Lo sé. Pero no podría estar más en desacuerdo. Si tuviera que volver a empezar mi carrera volvería al coro. Es muy útil para empezar a conocer el repertorio, acostumbrarse a mirar al maestro… y sobre todo aprender de la técnica de las grandes estrellas, a las que tienes a un paso en escena: su colocación, respiración, fraseo, actitud…Todo son experiencias y es un modo de empezar la casa por los cimientos

¿Qué valoración hace del coro actual de la Ópera de Oviedo tras la reconversión a la que fue sometido?

No es un coro profesional, como pasa en muchos de los teatros de ópera de España, y eso se nota en determinados momentos. Sin embargo, lo que puede faltar de técnica, potencia o cuerpo, por ejemplo en el ‘Te Deum’ del final del primer acto, se suple con horas de trabajo, una fantástica actitud y unas enormes ganas de hacerlo bien. Están por el buen camino, y les deseo lo mejor.

Usted empezó su carrera como bajo, y fue Montserrat Caballé quien le ‘recicló’ en barítono

Yo cantaba el papel de Rey de Egipto en ‘Aida’, en el Liceo de Barcelona, con un reparto excepcional: Caballé, Plácido Domingo… Después de un ensayo, Montserrat se me acercó y me citó en su casa para cuando finalizasen las representaciones. Allí me dijo que me quería escuchar de barítono, y me dio el aria ‘Di Provenza il mar’, de ‘La Traviata’. Sin haberla estudiado la canté, y después comencé a subir a los agudos sin saber qué nota estaba dando. En ese momento me dijo que muchos barítonos hubiesen querido cantarla como lo había hecho yo.

Eso supone un cambio radical para cualquiera

Efectivamente. Aquel día fue un jarro de agua fría. Estaba empezando mi carrera, llevaba 4 años en Barcelona estudiando para ser bajo, y sentía que los había tirado por la borda, ¡porque en realidad era barítono! Sin embargo hoy bendigo esa hora, porque de barítono es como he conseguido esta carrera.

¿Hace falta decir “no” a muchos papeles para llegar en buenas condiciones a los 40 años de carrera?

Sí, hay que ser valiente y declinar determinados papeles para no forzar una voz no preparada. Sin embargo, eso se puede hacer con una carrera ya asentada. Al principio en necesario estar en la rueda, encima del escenario con papeles menores. Cuando yo empecé a cantar ‘Tosca’ no empecé como Scarpia. Yo hice de carcelero, de Angelotti, de Sciarrone… y poco a poco se va escalando. Yo he vivido el caso de una chica que prometía mucho, y siguiendo los consejos de su profesora declinó muchos papeles en sus comienzos, y hoy en día no se dedica a esto, porque perdió muchas oportunidades. Primero debes darte a conocer y luego escoger.

¿Realmente es un mundo tan competitivo el de la ópera?

Creo que sí, pero yo no me tomo la competencia como un partido de fútbol o de tenis, en el que hay un contrario al que ganar. La mayor competencia es contra uno mismo. Debes ser muy autocrítico, analizar los fallos y absorber todo lo que se pueda, para ir creciendo. Toso ayuda.

¿Se siente como un mentor de los más jóvenes?

Lo hago mucho cuando voy a Nueva York, a Zurich… Hace poco el Metropolitan me pagó cuando estaba allí por dar clases a un chico, y en Suiza, en la Opera Studio, muchos preguntan por mí y voy a escuchar nuevas voces. Estoy siempre abierto a todos. A mí me ayudaron, y es algo que me encanta hacer.

¿Y cómo ve la situación actual de los jóvenes cantantes en España?

Los tiempos han cambiado mucho, y la mentalidad también. Veo cosas muy raras, gente despreocupada, que cree que lo sabe todo. No es generalizado, por supuesto, pero sí es cierto que hay mucha prepotencia y soberbia entre la juventud.



(Foto: Iván Martínez)

sábado, 3 de octubre de 2009

'Tosca', por vigésimo sexta vez




03/10/2009

La ópera más representada en la historia de la Temporada de Ópera de Oviedo vuelve al Campoamor el próximo jueves día ocho. Esta función supondrá la primera de las cuatro que forman el segundo título programado este año, y que se extenderán durante los días 11, 14 y 17. Además, vuelve la función de segundo reparto, con un ‘cast’ más joven y precios reducidos, el día 16. Por los roles principales de esta ópera han desfilado en Oviedo nombres como Mario del Mónaco, Monserrat Caballé, Plácido Domingo o José Carreras. En esta ocasión, serán Hansmik Papian, Roberto Aronica y Juan Pons. Acompañados por la Oviedo Filarmonía y su titular, Friedrich Haider, Floria Tosca y los celos, pasiones y engaños que a su alrededor se desarrollan volverán a la vida en la truculenta Italia del siglo XIX.

Foto: Ópera de Oviedo

‘Tosca’ es una de las obras más conocidas y representadas de Giacomo Puccini. La ópera se estrenó en el Teatro Constanzi de Roma el 14 de enero de 1900. El estreno romano tuvo una acogida muy fría por parte de críticos, compositores y musicólogos, censurando su "crueldad sádica" y "la brutalidad de su argumento". Acusaciones que resultarían familiares a todos aquellos que hubieran asistido quince años antes al estreno de otra gran ópera naturalista: Carmen de Georges Bizet. Sin embargo, pronto se convirtió en una de las óperas más queridas por el público de todo el mundo desde hace más de cien años. Este temprano éxito, quizá sea debido, al efectista libreto de Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, basado en la obra ‘La Tosca’ de Victorien Sardou. El dramatismo de la obra, su contenido político y la combinación de erotismo y muerte, atraparon al público desde su estreno.

La obra original de Sardou ya era en sí truculenta, pero al reducir sus cinco actos a tres por necesidades del libreto, se produjo una mezcla realmente explosiva. En sólo tres actos había que concentrar un asesinato, una ejecución, torturas, celos, amor, lujuria, resistencia frente a la fuerza de ocupación, la caza de un prisionero fugado y un suicidio. Y Puccini supo afrontarlo encontrando la solución menos esperada y que mejor funcionó: el lirismo.

Sabía que no era suficiente apoyar tanta acción y tanta pasión con una música igual de activa y apasionada, sino que también hacía falta destacar la belleza del ser humano, esa llama que no puede apagar ni la crueldad ni la brutalidad y que nutre la esperanza cuando todo parece imposible. Y para lograrlo utilizó un continuo melódico que no se limitaba a unas pocas arias, sino que se extendía también por todo el recitativo, consiguiendo una obra de excepcional belleza.

La orquestación de la ópera es de una gran fuerza y dramatismo. La influencia de Richard Wagner está presente a lo largo de toda la composición. Puccini creó una serie de ‘leitmotiven’ fácilmente distinguibles, que evocan la personalidad de los protagonistas. Esta caracterización de los personajes a través de la música, es incluso aplicable a los papeles secundarios. Se observa también una amplia utilización de formas musicales ajenas a la ópera, como por ejemplo el Te Deum, la gavota que se escucha fuera de la escena, el fúnebre redoble de los tambores o la marcha del fusilamiento. Todo esto crea una estructura musical articulada y compleja, cuya unidad queda asegurada por la acción.

Hacía ya casi una década que estaba de moda el verismo, versión italiana del naturalismo francés, pero Puccini nunca había compuesto algo en este estilo. El éxito en 1890 de ‘Cavalleria Rusticana’, de Mascagni, seguido por ‘Pagliacci’, único éxito duradero de Leoncavallo, había dejado la puerta abierta. Pero hasta ‘Tosca’ ningún compositor había sabido cruzar su umbral en igualdad o superioridad de condiciones con ellos. Con Tosca, Puccini lo consigue, superando con creces los dos hitos anteriores del verismo.

Desde el punto de vista vocal, la ópera, apenas contiene arias. Salvo la famosa plegaria de Tosca (“Vissi d´arte”), las arias de Cavaradossi (“Recondita armonia” y E lucevan le stelle”) o el aria de Scarpia (“Mi dicon venal”). Toda la ópera es un declamado donde la música de Puccini, siguiendo las pautas del ‘continuum musical’ creado por Wagner, se convierte en la protagonista de la obra.

La acción de la ópera se desarrolla en tres lugares míticos de la geografía romana: la iglesia de Sant’ Andrea della Valle, el Palazzo Farnese y el Castel Sant’ Angelo. La belleza musical de la partitura de Tosca y los impresionantes escenarios en que se desarrolla la trama de la ópera parecen un canto a la Ciudad Eterna. Sin embargo, una lectura profunda de ‘Tosca’ nos desvela el contenido político de la ópera, la lucha existente en la Italia de 1800 entre los republicanos y los monárquicos o lo que es lo mismo entre las fuerzas reaccionarias y las progresistas. Los protagonistas, Angelotti y Cavaradossi, están movidos por los ideales liberales de los republicanos mientras que Scarpia sería el valedor de las ideas conservadoras y el instrumento represivo a las órdenes de la autocracia borbónica. Y en el centro, Floria Tosca, uno de los personajes femeninos que más ha calado en el aficionado operístico, y es decir mucho, ya que la producción de Puccini siempre se ha relacionado con los grandes roles femeninos: Madame Butterfly, Manon Lescaut, Mimí…

El drama que subyace de ‘Tosca’ es uno de los más perfectos en el aspecto narrativo. Contiene un equilibrio perfecto entre música y teatro, manteniendo la tensión y el pulso representativos en un espectador que ve pasar ante sus ojos una conmovedora y dura historia, una perfecta simbiosis con un único fin común: contar la historia de Tosca desde la iglesia de Sant’ Andrea hasta el impresionante final en la azotea del castillo de Sant’ Angelo.

Es conocido el perfeccionismo de Puccini durante la creación de sus operas. No descuidaba ni un solo detalle (quizás por esto no produjo corpus operístico tan amplio como Giuseppe Verdi): se involucraba enormemente en la psicología y los sentimientos de sus personajes, y en las diversas situaciones que deben enfrentar, siendo un extraordinario descriptor de todas estas. En plena composición de ‘Tosca’ viajó a Roma para visitar personalmente los lugares reales donde se desencadenaban los hechos del drama de Sardou, especialmente la plataforma superior del Castel Sant’ Angelo, para escuchar y apreciar personalmente el cantar de los pájaros y el ambiente tan especial que tiene aquel lugar a orillas del rio Tiber al amanecer.

El reparto que se presenta en la versión de abono es uno de los más equilibrados de toda la temporada. Posee la calidad vocal de la afamada soprano armenia Hasmik Papian -experta intérprete de Puccini- para Floria Tosca, el lirismo del tenor italiano Roberto Aronica como Mario Cavaradossi, y, dándole la réplica, la veteranía y potencia de la voz del barítono español Juan Pons.

La Orquesta Oviedo Filarmonía repite en el foso, en esta ocasión con su titular, Friedrich Haider a la batuta. Se podría decir que Haider ‘debuta’ en el Campoamor dentro de un repertorio verista, estilo en el que se enmarca ‘Tosca’, por lo que ver la lectura que el maestro germano hace de la partitura de Puccini será una de las grandes incógnitas del título.