La música de los Goya
Auditorio Ciudad de León
José Luis Temes - director invitado
Alejandro Amenábar: Los Otros
La afición por la música de cine, y el amplio
conocimiento de la historia de la misma por su condición de coleccionista, llevaron
a Alejandro Amenábar (1972) a componer la música de sus primeros trabajos, pese
a no poseer una educación musical específica. Aunque nos encontrarnos ante una
película de terror, la música planteada por Amenábar para Los Otros (2002) huye siempre que puede de las convenciones del
género. Al autor no le interesa tanto el subrayado musical de los momentos de
mayor sobresalto –que, por otro lado, existen y se asocian siempre a la
utilización de toda la masa orquestal– como el dar la voz a los niños
protagonistas.
El carácter fantástico y el misterio ganan la
partida al terror puro. La visión pura de los niños como creadora de tensión,
el contraste entre la muerte y la inocencia, y el uso macabro de melodías
aparentemente pueriles, buscan la conjunción de los discursos visual y sonoro,
en recorridos aparentemente contrapuestos, que cargan de múltiples lecturas a
cada escena.
José Nieto: El maestro de esgrima. Tres encuadres sobre un tema (estreno)
José Nieto (1942) es una figura clave para
entender la historia del cine español: como compositor, se sitúa como bisagra
entre los García Leoz, Parada y Quintero (incluso De Pablo o Bernaola), y la
nueva generación; como desarrollador de los sistemas de sonido, a él se le debe
la preocupación por un diseño sonoro de calidad y la introducción de nuevas tecnologías que hicieron dar un
notable salto de calidad a las producciones españolas.
Para El
maestro de esgrima Nieto basó su partitura en un único tema que, majestuoso
y elegante, describe la profunda admiración que por la disciplina desprenden tanto
las páginas de la novela de Pérez-Reverte como la recreación cinematográfica de
Pedro Olea. La modificación del mismo ofrece al espectador la visión subjetiva
del protagonista ante los turbios acontecimientos políticos que se desarrollan
alrededor de su persona. Estos “tres encuadres” que presenta Nieto en forma de
variaciones sobre esta idea suponen una reelaboración de la partitura, prescindiendo
de los sintetizadores que en 1992 acompañaban a la orquesta para ofrecer, en
definitiva, una obra nueva basada en ideas de hace veinte años.
Roque Baños: Las 13 rosas
Roque Baños (1968) es uno de los compositores
en activo de mayor proyección internacional, sobre todo gracias a sus
estudios en el Berklee College of Music de Boston, donde forjó un “estilo Hollywood” basado en
el jazz y la gran orquesta. Su partitura para Las 13 rosas se ve totalmente imbuida por el espíritu melancólico,
pero también luchador, de la película de Martínez Lázaro. Sin caer en el
sentimentalismo barato, el compositor consigue desde el principio que el
espectador empatice con las protagonistas a través de los pasajes más emotivos
de la partitura, que son precisamente los recogidos en esta versión de
concierto.
El carácter del tema principal toma partido a
favor de las mujeres, y las recubre ante el espectador de un aura casi heroica,
a la vez que llora por el recuerdo de las represaliadas. Estamos ante una
historia de luces y sombras, de buenos y malos, donde la música es un elemento
esencial para potenciar el drama que denuncia la película.
Eva Gancedo: La buena estrella
La buena estrella supuso el primer largometraje
completo con música de Eva Gancedo (1958). Sus anteriores incursiones en el
audiovisual fueron en forma de música adicional, o dentro de los géneros cortometrajístico
y documental.
En él Gancedo exhibe una escritura muy
emocional, aportando la visión subjetiva de la propia autora, siempre buscando
aumentar la información sobre los personajes y clarificar sus sentimientos para
el espectador. Escrita inicialmente para quinteto de cuerda, y orquestada para
concierto, la música de La buena estrella
aporta ritmo narrativo y hace avanzar a la trama, ayudando en muchos momentos a
la resolución de largas escenas. Otras veces, refuerza el drama de la película,
amplificando las emociones y subrayando la imagen.
Juan Bardem: Al sur de Granada
Los dos mundos que chocan en la película de
Fernando Colomo –el del inglés Gerald Brennan y el de la joven Juliana– tienen
su reflejo en la música escrita por Juan Bardem (1956) para la película. Esta
suite de concierto nos propone un viaje entre dos mundos, partiendo de la
Andalucía más identificable –guitarra y cajón flamenco– para ir evolucionando
hacia la vertiente inglesa, con referencias al naturalismo inglés de Vaughan
Williams o Delius.
Aunque que estamos ante una película muy
dialogada, donde la música tiene que adoptar un papel secundario para facilitar
la inteligibilidad del texto, es sobre todo al principio de la misma cuando el
compositor tiene un mayor margen para el protagonismo, a través de amplios
planos de los paisajes de la Alpujarra que sirven de marco para la historia, y
que invitan a la amplitud orquestal que se refleja en esta pieza.
Alberto Iglesias: Volver
Alberto Iglesias (1955) es el compositor más
premiado en los Goya (diez ‘cabezones’ jalonan su catálogo) e incluso tres de
sus trabajos internacionales han estado nominados a los Oscar. En su vasto
catálogo destaca su colaboración con Pedro Almodóvar, dentro de la cual se
inscribe Volver.
Dividida en cuatro movimientos, esta suite de
concierto nos propone un recorrido por todas las vertientes de la película:
desde el costumbrismo y la comedia de “Las vecinas” pasando por el misterio
sobrenatural de “Dicen que la han visto”, hasta llegar al puro thriller y la
intriga de “Paco congelado” y “Dos en la furgoneta”. En ellos descubrimos a un
Alberto Iglesias plenamente sumergido en el mundo “Almodovariano” (que se ha
convertido en un género en sí mismo). Todo un mérito, ya no sólo por el
conocimiento mutuo que hace que cada nuevo trabajo implique una superación,
sino porque Iglesias tiene el honor de haber conseguido controlar el desbocado
temperamento de un director que ha
tenido más de un encontronazo con sus compositores.
Alejandro González Villalibre