sábado, 3 de octubre de 2009

'Tosca', por vigésimo sexta vez




03/10/2009

La ópera más representada en la historia de la Temporada de Ópera de Oviedo vuelve al Campoamor el próximo jueves día ocho. Esta función supondrá la primera de las cuatro que forman el segundo título programado este año, y que se extenderán durante los días 11, 14 y 17. Además, vuelve la función de segundo reparto, con un ‘cast’ más joven y precios reducidos, el día 16. Por los roles principales de esta ópera han desfilado en Oviedo nombres como Mario del Mónaco, Monserrat Caballé, Plácido Domingo o José Carreras. En esta ocasión, serán Hansmik Papian, Roberto Aronica y Juan Pons. Acompañados por la Oviedo Filarmonía y su titular, Friedrich Haider, Floria Tosca y los celos, pasiones y engaños que a su alrededor se desarrollan volverán a la vida en la truculenta Italia del siglo XIX.

Foto: Ópera de Oviedo

‘Tosca’ es una de las obras más conocidas y representadas de Giacomo Puccini. La ópera se estrenó en el Teatro Constanzi de Roma el 14 de enero de 1900. El estreno romano tuvo una acogida muy fría por parte de críticos, compositores y musicólogos, censurando su "crueldad sádica" y "la brutalidad de su argumento". Acusaciones que resultarían familiares a todos aquellos que hubieran asistido quince años antes al estreno de otra gran ópera naturalista: Carmen de Georges Bizet. Sin embargo, pronto se convirtió en una de las óperas más queridas por el público de todo el mundo desde hace más de cien años. Este temprano éxito, quizá sea debido, al efectista libreto de Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, basado en la obra ‘La Tosca’ de Victorien Sardou. El dramatismo de la obra, su contenido político y la combinación de erotismo y muerte, atraparon al público desde su estreno.

La obra original de Sardou ya era en sí truculenta, pero al reducir sus cinco actos a tres por necesidades del libreto, se produjo una mezcla realmente explosiva. En sólo tres actos había que concentrar un asesinato, una ejecución, torturas, celos, amor, lujuria, resistencia frente a la fuerza de ocupación, la caza de un prisionero fugado y un suicidio. Y Puccini supo afrontarlo encontrando la solución menos esperada y que mejor funcionó: el lirismo.

Sabía que no era suficiente apoyar tanta acción y tanta pasión con una música igual de activa y apasionada, sino que también hacía falta destacar la belleza del ser humano, esa llama que no puede apagar ni la crueldad ni la brutalidad y que nutre la esperanza cuando todo parece imposible. Y para lograrlo utilizó un continuo melódico que no se limitaba a unas pocas arias, sino que se extendía también por todo el recitativo, consiguiendo una obra de excepcional belleza.

La orquestación de la ópera es de una gran fuerza y dramatismo. La influencia de Richard Wagner está presente a lo largo de toda la composición. Puccini creó una serie de ‘leitmotiven’ fácilmente distinguibles, que evocan la personalidad de los protagonistas. Esta caracterización de los personajes a través de la música, es incluso aplicable a los papeles secundarios. Se observa también una amplia utilización de formas musicales ajenas a la ópera, como por ejemplo el Te Deum, la gavota que se escucha fuera de la escena, el fúnebre redoble de los tambores o la marcha del fusilamiento. Todo esto crea una estructura musical articulada y compleja, cuya unidad queda asegurada por la acción.

Hacía ya casi una década que estaba de moda el verismo, versión italiana del naturalismo francés, pero Puccini nunca había compuesto algo en este estilo. El éxito en 1890 de ‘Cavalleria Rusticana’, de Mascagni, seguido por ‘Pagliacci’, único éxito duradero de Leoncavallo, había dejado la puerta abierta. Pero hasta ‘Tosca’ ningún compositor había sabido cruzar su umbral en igualdad o superioridad de condiciones con ellos. Con Tosca, Puccini lo consigue, superando con creces los dos hitos anteriores del verismo.

Desde el punto de vista vocal, la ópera, apenas contiene arias. Salvo la famosa plegaria de Tosca (“Vissi d´arte”), las arias de Cavaradossi (“Recondita armonia” y E lucevan le stelle”) o el aria de Scarpia (“Mi dicon venal”). Toda la ópera es un declamado donde la música de Puccini, siguiendo las pautas del ‘continuum musical’ creado por Wagner, se convierte en la protagonista de la obra.

La acción de la ópera se desarrolla en tres lugares míticos de la geografía romana: la iglesia de Sant’ Andrea della Valle, el Palazzo Farnese y el Castel Sant’ Angelo. La belleza musical de la partitura de Tosca y los impresionantes escenarios en que se desarrolla la trama de la ópera parecen un canto a la Ciudad Eterna. Sin embargo, una lectura profunda de ‘Tosca’ nos desvela el contenido político de la ópera, la lucha existente en la Italia de 1800 entre los republicanos y los monárquicos o lo que es lo mismo entre las fuerzas reaccionarias y las progresistas. Los protagonistas, Angelotti y Cavaradossi, están movidos por los ideales liberales de los republicanos mientras que Scarpia sería el valedor de las ideas conservadoras y el instrumento represivo a las órdenes de la autocracia borbónica. Y en el centro, Floria Tosca, uno de los personajes femeninos que más ha calado en el aficionado operístico, y es decir mucho, ya que la producción de Puccini siempre se ha relacionado con los grandes roles femeninos: Madame Butterfly, Manon Lescaut, Mimí…

El drama que subyace de ‘Tosca’ es uno de los más perfectos en el aspecto narrativo. Contiene un equilibrio perfecto entre música y teatro, manteniendo la tensión y el pulso representativos en un espectador que ve pasar ante sus ojos una conmovedora y dura historia, una perfecta simbiosis con un único fin común: contar la historia de Tosca desde la iglesia de Sant’ Andrea hasta el impresionante final en la azotea del castillo de Sant’ Angelo.

Es conocido el perfeccionismo de Puccini durante la creación de sus operas. No descuidaba ni un solo detalle (quizás por esto no produjo corpus operístico tan amplio como Giuseppe Verdi): se involucraba enormemente en la psicología y los sentimientos de sus personajes, y en las diversas situaciones que deben enfrentar, siendo un extraordinario descriptor de todas estas. En plena composición de ‘Tosca’ viajó a Roma para visitar personalmente los lugares reales donde se desencadenaban los hechos del drama de Sardou, especialmente la plataforma superior del Castel Sant’ Angelo, para escuchar y apreciar personalmente el cantar de los pájaros y el ambiente tan especial que tiene aquel lugar a orillas del rio Tiber al amanecer.

El reparto que se presenta en la versión de abono es uno de los más equilibrados de toda la temporada. Posee la calidad vocal de la afamada soprano armenia Hasmik Papian -experta intérprete de Puccini- para Floria Tosca, el lirismo del tenor italiano Roberto Aronica como Mario Cavaradossi, y, dándole la réplica, la veteranía y potencia de la voz del barítono español Juan Pons.

La Orquesta Oviedo Filarmonía repite en el foso, en esta ocasión con su titular, Friedrich Haider a la batuta. Se podría decir que Haider ‘debuta’ en el Campoamor dentro de un repertorio verista, estilo en el que se enmarca ‘Tosca’, por lo que ver la lectura que el maestro germano hace de la partitura de Puccini será una de las grandes incógnitas del título.

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