sábado, 19 de diciembre de 2009

Entrevista a Israel L. Estelche, compositor





19/12/2009

“El público es un factor indispensable de la composición”


Israel L. Estelche (Santoña, 1983) es una ‘rara avis’ dentro de la joven camada de compositores españoles que surge con fuerza en los últimos años. Con unos comienzos musicales que se sitúan en el heavy metal y el jazz ha conseguido hacerse un hueco dentro de la música más académica, donde ha sabido rodearse de importantes mecenas: Alfredo Aracil, Tomás Marco o David del Puerto figuran en su lista de maestros. Afincado desde hace años en Asturias, donde ha desarrollado gran parte de su carrera -el Coro Universitario estrena su ‘Intemerata Dei Mater’ el lunes-, su faceta como musicólogo le permite aportar en esta entrevista interesantes reflexiones sobre el estado de la composición en España.


Repasando su curriculum, llama la atención esa evolución de batería de heavy metal a compositor de sala de conciertos pasando por el jazz.

No es muy habitual, aunque de unos años para acá los compositores que más resaltan han pasado por diversas fases. Si pensamos en gente como Lanchares o Del Puerto fueron guitarristas de rock, José Nieto comenzó su carrera como batería de jazz... Poco a poco se va evolucionando en la búsqueda de una vía de expresión y se llega a una música de concierto que, por otra parte, trata de liberarse de esa litúrgica casi religiosa de la ‘música culta’ para abrirse a nuevas experiencias.

¿Se están eliminando las fronteras entre los lenguajes?

Obviando los trabajos de fusión, que buscan específicamente la mezcla, esas fronteras se van diluyendo poco a poco. Hace 50 años los músicos académicos poseían un aura de intocables que, en estos momentos está totalmente superada. El acceso a la información y las nuevas vías de aprendizaje permiten a los músicos abarcar muchos más ámbitos.

¿De dónde surge esa necesidad de componer?

Es una vía de expresión. Desde pequeño ha sido una inquietud, casi comenzó como un juego, por ejemplo modificando músicas de anuncios de la televisión. Poco a poco este aspecto comenzó a adquirir importancia, y la necesidad de buscar un aprendizaje más serio para llevar a cabo mis ideas se hizo más evidente.

¿Qué le ha aportado su experiencia en la música popular?

Consigue acercarte al público. Los conciertos exclusivos y las sociedades privadas consiguieron una exclusión de la música contemporánea por no tener en cuenta al público como un factor imprescindible del concierto.

¿En su producción existe esa consideración hacia el oyente?

Si somos sinceros, el público es el que puede hundir o elevar una obra nueva, siempre dentro de lo que el compositor permita. El primero que tiene que estar satisfecho con la nueva creación es el propio compositor, pero el público tiene que disfrutar también escuchando la obra. Es muy difícil contentar a todo el mundo, porque cada uno va buscando una visión que jamás coincidirá con la tuya.

Esa visión no es muy común

Porque el compositor español no vive del público, sino de las subvenciones, los encargos… Si nos fijamos en EE.UU., la vanguardia europea ‘dura’ pasó casi de puntillas. Allí encontramos una música mucho más consonante, agradable e incluso repetitiva: véase el minimalismo de Philip Glass. Pero es que ellos sí viven del dinero que el público deja en sus conciertos, las ayudas son mínimas.

Estamos viviendo una ‘Edad de Oro’ de la composición española…

Desde luego. Desde la llamada Generación del 51 (Barce, Halffter, De Pablo, García Abril, Bernaola…) se marcó un nuevo camino a los compositores que llegamos por detrás. Ellos supieron superar las grandes adversidades de un país en una alarmante autarquía cultural saliendo al extranjero y aportando nuevas visiones que revitalizaron el mundo musical español. Ese saber supieron transmitirlo a sus alumnos más directos, y hoy en día el plantel de compositores españoles reconocidos es enorme.

¿Por qué cada vez es más difícil encontrar un nexo de unión estético entre los autores?

En España gozamos de una buena salud de intérpretes y de estéticas. Aunque sigue existiendo una ‘Vanguardia institucional’ que trata de marcar el ‘camino correcto’, lo cierto es que cada vez más personas tienen algo que decir desligándose de corrientes que adoran lo complejo como marca de calidad artística. Lo positivo es que exista un espectro que vaya de ese extremo a la simpleza más absoluta, y abarque tonalidad, espectralismo, atonalidad…

Sin embargo, muchas veces la música de los compositores jóvenes suena a ‘ya oída’, a copia de los más reconocidos

Hay que tener en cuenta que mi generación nos encontramos en un periodo formativo que es muy largo. Esto implica buscar referentes y adquirir una base sólida. La madurez del lenguaje de un compositor tarda en llegar: se suele hablar de los 40 años se como una edad más o menos habitual para llegar a esa plena posesión de un mundo sonoro propio.

Dentro de su producción ¿dónde situaría su ‘Intemerata Dei Mater’, que se estrena el lunes?

Se podría calificar de obra de transición, por dos aspectos fundamentales: lo primero sería el trabajo tímbrico, y además, la preocupación interválica es mayor. La consonancia es mucho más evidente que en otras obras mías. Tomo como punto de partida una sola nota, y a partir de ella construyo un gran acorde. La obra se basa en la evolución de ese acorde durante 8 minutos.

¿Sigue notando un rechazo hacia la música de nueva creación por parte del público?

Cada vez se están eliminando más prejuicios y la gente se acerca a la música contemporánea en mayor número. Hoy en día hay muchas más vías de difusión para las nuevas composiciones, hasta el punto de que cada estética posee su propio público.

¿Por qué parece que la música sigue estancada en las grandes obras del siglo XIX y principios del XX y el repertorio no evoluciona?

Partimos de que la música no es un arte tangible, se desarrolla en el tiempo y no se puede asir. Al ir a un museo, cada persona se detiene en la pintura que le interesa y pasa de largo lo que no, puede elegir. En un concierto, es imposible ‘escapar’ de una sinfonía de 50 minutos.

Al final queda reducida a festivales que son casi ‘ghettos’

Ha sido una vía de escape, muchas veces también buscada como símbolo de exclusividad. Ocurre lo mismo con la música antigua, porque el repertorio ‘oficial’ abarca la gran mayoría de las programaciones de las orquestas. Es una lástima que estas tres vías discurran tantas veces en paralelo y en raras ocasiones lleguen a colaborar en busca de un bien común y una normalización. Al fin y al cabo, todo es música.


(Foto: Iván Martínez)

sábado, 12 de diciembre de 2009

‘Ariodante’ de Haendel, lo antiguo como novedad en el Teatro Campoamor




12/12/2009

Casi sin solución de continuidad, tras el ‘Don Giovanni’, la Ópera de Oviedo da un salto de 150 años hacia atrás y vuelve su vista al barroco más puro de la mano de ‘Ariodante’ de Haendel, ópera inédita en el Teatro Campoamor y que supone toda una apuesta que, si bien no es del todo arriesgada (‘Alcina’, del mismo autor, ya obtuvo un considerable éxito en 2005), sí puede resultar toda una novedad. De la mano del Maestro Andrea Marcon y el trío de solistas Royo- Cangemi- Cooper, la OSPA vuelve al foso en su segunda aparición en la temporada para llevar al público ovetense la historia de la Escocia medieval en cuatro funciones que, tras el estreno del próximo lunes 14, se prolongarán durante los días 16, 18 y 20 de diciembre.

Foto: Ópera de Oviedo

La producción dramática de su autor, Georg Friedrich Haendel, es inmensa. Entre las más de cuarenta óperas que Haendel compuso, destacan:Rinaldo’ (1711),Giulio Cesare’ (1724),Rodelinda’ (1725),Partenope’(1730),Ariodante’ (1735),Alcina’ (1735),Berenice’ (1737),Serse’ (1738), yDeidamia’ (1741). Compuso 30 oratorios, entre ellosSaúl’,Israel en Egipto’ (1739),El Mesías’ (1742) yJephté’(1752). Además compuso cantatas, obras para órgano y clave, conciertos y concerti grossi, sonatas, música de cámara y obras orquestales:Música de las aguas’ (1717) yMúsica para los reales fuegos artificiales’ (1749).

Tras su estancia en Italia durante los años 1706 a 1709, Haendel se traslada a vivir a Londres en el año 1710. Su primer éxito operístico,Rinaldo’, se estrenó en 1711. A partir de este momento, el compositor alemán estrena sus óperas en el King Theatre (Teatro del Rey) en Haymarket. Este teatro se hallaba en las inmediaciones de la actual Trafalgar Square y en este edificio ocurrieron las disputas operísticas más intensas del siglo XVIII. Haendel organiza un apasionante universo de ópera para aristócratas aburridos y ciudadanos deseosos de nuevas sensaciones. Tras varios años de éxitos, el compositor pierde el favor del público, cansado de los convencionalismos de la ópera italiana. Un primer aviso lo constituyó la ópera ‘The Beggar´s Opera’ de John Pepusch, que constituyó un éxito en su estreno en 1728. Esta ópera incorpora canciones populares y un estilo mucho más fresco y espontáneo. Haendel componeAriodante’ (1735) tras la ruptura con el King Theatre. En su antiguo teatro se había instalado una compañía llamada Opera of the Nobility (Ópera de la Nobleza), la cual estaba entusiasmada con el compositor italiano Nicolo Porpora. Por otra parte a Haendel se le ofreció la posibilidad de trabajar en el recién construido teatro del Covent Garden. Allí estrenó en 1735Ariodante’, ‘Il pastor fido’ y ‘Alcina’.

El argumento, inspirado en el poema de AriostoOrlando furioso’ (1516), es una adaptación del que Antonio Salvi escribió originalmente para la óperaGinevra, principessa di Scozia’ de Giacomo Antonio Perti (Pratolino, 1708). Aquel libreto contenía dos elementos gratos a Haendel: el desarrollo de la acción en una Escocía legendaria y las relaciones paterno- filialiales, siempre exaltadas por Haendel de forma admirable.

En su argumento, la acción se sitúa en Escocia, en tiempos de Carlomagno (finales del siglo VIII y principios del siglo IX). Ginevra, hija del Rey de Escocia, es prometida en matrimonio a Ariodante. Polinesso, un celoso rival de Ariodante, se gana la simpatía de Dalinda, amiga de Ginevra. Con la ayuda de Dalinda, Polinesso engaña a Ariodante y le hace creer que Ginevra es su amante. El Rey, al oír la supuesta infidelidad de Ginevra la repudia mientras llegan noticias de que Ariodante se ha suicidado. Polinesso envía entonces a sus agentes a matar a Dalinda, la única que puede desvelar la trama. Pero Ariodante, que encuentra a Dalinda mientras vaga por los bosques, derrota a los asesinos y le salva la vida a la amiga de Ginevra. Polinesso, buscando ganar el favor del Monarca, se ofrece para defender el honor de Ginevra en un torneo. En el combate, cae mortalmente herido por el vengativo hermano de Ariodante, Lurcanio. Ariodante, a quien Dalinda ha contado lo realmente ocurrido aparece en ese momento y se ofrece como campeón de Ginevra. Con sus últimos alientos Polinesso confiesa sus culpas y Ginevra es perdonada por el Rey.

‘Ariodante’ es una de las obras maestras de Haendel. La ópera combina elementos deldramma per musica’ a la napolitana, de la ópera seria y también de la tragedia francesa con sus páginas de ballet. La instalación de Haendel en el Covent Garden coincidió con la contratación de la bailarina Marie Sallé. Este hecho y la admiración que el compositor sintió por la bailarina hizo que tanto enAriodante’ como enAlcina’, éste dispusiera una inusual cantidad de partes danzadas para lucimiento de la Sallé.

La escritura vocal de esta ópera es muy virtuosística, los cantantes deben afrontar partes llenas de bellísimos y dificilísimos ornamentos. La instrumentación de la ópera se ajusta al sentimiento de los personajes y a la atmósfera en que se desarrolla la acción. En esta ópera el coro interviene al final de la obra y su aparición en escena sirve para rematar la apoteosis final de la ópera. Al igual que lo sucedido en muchas óperas barrocas, en ‘Ariodante’ hay dos roles masculinos, el titular y el de Polineso, que deben ser abordados por contratenores o mujeres con voz grave. En el caso de Oviedo serán dos mezzosopranos las encargadas de travestirse en hombres.

‘Ariodante’ tras permanecer en el olvido más de doscientos años, renace con fuerza a mediados del pasado siglo XX, dentro del movimiento de recuperación de la ópera barroca en los teatros de todo el mundo. En este movimiento se enmarca la carrera del director italiano Andrea Marcon, quien se pone al frente de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias para abordar el siempre complicado repertorio de estas épocas, aún por descubrir para un público mayoritario. En el escenario, las voces del barítono español Joan Martin Royo, la mezzo Alice Coote y la soprano argentina Veronica Cangemi aportan una amplia experiencia en el repertorio barroco, con un amplio bagaje de representaciones de títulos de compositores como Haendel, Vivaldi o Gluck

Además de las representaciones habituales en el Teatro Campoamor, el próximo viernes 18 se podrá ver la ópera de manera gratuita y en pantalla grande a través de la retransmisión en directo que tendrá lugar en la sala principal del Auditorio Príncipe Felipe (para la cual es necesario retirar invitaciones). Por último, y para completar la visión previa a las funciones de ‘Ariodante’, mañana, en la Sala de Cámara del propio Auditorio, se ofrecerá una conferencia previa a cargo de la Doctora María Sanhuesa Fonseca, profesora de Musicología de la Universidad de Oviedo.

Entrevista a Joan Martín Royo, barítono





12/12/2009

“Las voces marcan el auge de ciertos repertorios”

Acaba de terminar con gran éxito su papel de Masetto en el pasado ‘Don Giovanni’ en Oviedo y de nuevo vuelve a escena en un papel totalmente diferente: el de Rey de Escocia en ‘Ariodante’ de Haendel. El barítono Joan Martin Royo, pese a su juventud, ya puede presumir de haber actuado en grandes teatros de todo el mundo, desde el Liceu barcelonés hasta el Teatro de los Campos Eliseos, el británico Glyndebourne o la Fenice genovesa. Siempre inquieto, y buscando nuevos horizontes, nos recibe en los camerinos del Campoamor a pocos días del estreno.

Prácticamente se encuentra ‘instalado’ en Oviedo…

Es cierto, llevo casi dos meses aquí. Además es una ciudad especial, porque debuté aquí en 2003 con ‘La Rondine’ y desde entonces he vuelto regularmente, aquí en el Campoamor o al Auditorio, donde por cierto en abril actuaré de nuevo. Junto con Barcelona, Oviedo me ha visto crecer y desarrollarme artísticamente.

El cambio del Masetto de ‘Don Giovanni’ al Rey de Escocia es absolutamente radical.

Sí, y era algo que me apetecía muchísimo. Hoy en día estamos siempre hablando de las especializaciones en la voz, es fácil encasillar a la gente. A mí los papeles cómicos me encantan, pero también los de ‘malo’. Me apetecía mostrar un registro totalmente diferente en apenas tres semanas de diferencia.

Esas tres semanas de diferencia llevaron a simultanear ensayos de las dos óperas. Parece una locura.

No, para nada. Quizás por ser los papeles tan distintos no era tan complicado. Pero sí fue muy intenso, porque durante la semana de las funciones de ‘Don Giovanni’ ensayaba por las mañanas ‘Ariodante’.

El cambio de compositor, de Mozart a Haendel, ¿le obliga a cambiar también la forma de cantar?

En absoluto. Evidentemente, cada compositor tiene sus características y su lenguaje propio. Barroco, clasicismo y hasta Rossini forman la base de mi repertorio habitual. Barroco he cantado mucho, pero sí es mi primera ópera con escena, antes había hecho oratorios y versiones de concierto. Musicalmente es un papel muy interesante, por lo que cuando Javier Menéndez me lo ofreció, no dudé ni un instante.

Masetto te dio muchas alegrías hace dos semanas. Además, se notaba que lo pasabais muy bien en el escenario

Sí, con Ainhoa Garmendia (Zerlina) tenía la suerte de haber coincidido previamente en el Liceu con ‘Las bodas de Fígaro’, por lo que existía una química previa que funcionó muy bien en las escenas que compartíamos en el ‘Don Giovanni’, haciéndolas muy cómicas, y divertidas.

Centrándoos en el ‘Ariodante’ de Haendel, ¿tiene la sensación de que el repertorio barroco está siendo redescubierto?

Depende de las voces que surgen en cada momento. Si miramos la historia del canto, la época de Montserrat Caballé, interpretando la Trilogía de las Reinas, puso en lo más alto a Donizetti. O como también hubo un ‘Rossini revival’ cuando estaban Ramey y llegaron Juan Diego Flórez o Cecilia Bartoli… Realmente creo que son las voces las que marcan el auge de ciertos repertorios. Por supuesto, es fundamental una cierta sensibilidad del público, los directores musicales, de escena, artísticos…

¿Y puede ser por buscar novedades en el repertorio?

Por supuesto. El ‘Repertorio’ es una invención de mitad del siglo XIX. La ópera antes era como el cine de hoy en día, y reclamaba novedades continuamente. La creación del repertorio es un corsé que nos hace movernos siempre en lo mismo –porque nos gusta, porque hay títulos fantásticos-, pero cuando se descubren títulos nuevos ves que el público responde favorablemente.

Siempre hay un cierto miedo a la ópera barroca

Creo que, afortunadamente, en esta producción, existe un nivel vocal extraordinario. La orquesta, la OSPA, también suena fenomenal con el Maestro Marconi pese a no ser su repertorio. Además aporta un cuerpo de baile con unas coreografías impresionantes, un ballet impecable. La belleza de la música de Haendel hace que se enlacen grandes momentos uno tras otro. Cuando se posee un cast que tiene la capacidad de hacer unas variaciones en el ‘da capo’ con una gran sensibilidad, sólo se puede esperar lo mejor.

La producción es realmente compleja

Sí, para los cantantes, para el ballet… también a nivel técnico: hay muchísimos cambios de peluquería, de vestuario, de decorado… Es un reto pero también un honor debutar en el papel en una producción así, que se estrenó hace 18 años y ha viajado por todo el mundo.

La firma David Alden, eso es una garantía

Es una persona muy inteligente que conoce la ópera de memoria, lo cual es muy raro en un director de escena y es muy positivo. Va a favor de la música, y de ayudar al cantante a cantar mejor. Por poner un ejemplo, siempre nos exige que cantemos de cara al público, lo que elimina obstáculos de audición al público, y para nosotros es mejor, porque podemos proyectar sin que se pierda el sonido.

Su voz, la voz de barítono, ¿es la que más evoluciona a lo largo de la vida de un cantante?

Todas las voces evolucionas, por eso es necesario dejar que ella vaya guiándote, sin forzarla, hay que saber escoger el repertorio. Es cierto que las voces masculinas se desarrollan mucho más tarde, porque requieren una estructura específica del aparato fonador. Un tenor con 30 años puede estar perfectamente formado, y un barítono hasta los 35- 40 todavía sigue evolucionando. Por no hablar de los bajos, que llegan a su plenitud hacia los 50 años: no hay más que pensar en gente como Leo Nucci o Carlos Álvarez. Todo esto implica que la carrera se acabe más tarde, como es lógico.

¿Cuáles son esos papeles de barítono que tiene como referente para llegar a cantar con el tiempo?

No se puede hablar a largo plazo, porque mi voz no es la misma que hace un año, y va cambiando continuamente. Además, trato de ser como una esponja en cada proyecto en el que me embarco y aprender de todo lo que me rodea. A medio plazo, sí tengo unos papeles como objetivo para los que tengo que irme preparando: Orestes de ‘Iphigenia en Táuride’ (Glück), ‘Orfeo’ (Monteverdi), Fritz en ‘Die Tote Stadt’ (Korngold), el Conde de ‘Las bodas de Fígaro’ (Mozart)… y más a largo plazo el Don Giovanni. Como intérprete me gusta salirme de lo común, hacer lo que no hace nadie.

Además, en su carrera se ve un especial interés por la creación contemporánea

Sí, me gusta el trabajo mano a mano con los compositores, estar cerca de ellos y aprender, como me acaba de suceder en la grabación de un disco con obras de Joan Guinjoan. Es importante conocer lo que los creadores de hoy en día tienen que decirnos. En 2011 estrenaré el ‘Dalí’ de Xavier Benguerell, todo un reto como cantante y actor. Soy muy inquieto.

¿En qué punto ve a la ópera contemporánea? Porque se acaba estrenando en grandes núcleos como Madrid o Barcelona, pero desaparece enseguida.

Eso es un problema, pero es una cuestión de buscar la rentabilidad. Es necesaria una parte de riesgo de las instituciones para programar. Eso crea la opinión de que en los siglos XX y XXI no hay ópera, no es así. La gente se olvida de que el ’Turandot’ de Puccini se estrenó en 1926. Por no hablar de autores como Britten y Janacek. No se pueden ignorar trabajos de Henze, Messiaen, Ligeti, Glass, Penderecki… grandes gurús de la música contemporánea de los que se olvida su producción operística.

Quizá porque es más sencillo que una orquesta toque ‘Polimorphia’ de Penderecki a montar una ópera del mismo autor como ‘Los Demonios de Loudun’…

Sí, pero es que la ópera contemporánea se ha quedado en los ‘lugares comunes’, una serie de títulos que se han hecho su hueco y que parece que funcionan, y de los que no se quiere salir. Hay que ir recuperando este repertorio. Entiendo que es mucho más difícil, pero si se defiende con solvencia y ganas por parte de los intérpretes llega al público.

También muestra un especial interés por la música de cine

Soy un gran coleccionista, y además pienso que es la gran olvidada de la música contemporánea. La gente habla de ella con desprecio, cuando grandísimos compositores han escrito para ella: Max Steiner, Franz Waxman, Jerry Goldsmith, Bernard Herrmann… Se dice que es necesario verla con su imagen y que no se puede desligar de ella, sin embargo se acepta que una orquesta toque ‘El pájaro de fuego’ de Stravinsky sin su coreografía. O se escuchan los discos de ópera sin su espectáculo completo. Es injusto el tratamiento que se le da a grandes obras maestras del género cinematográfico.


(Foto: Iván Martínez)