sábado, 31 de julio de 2010

Opinión: '¡Viva la Zarzuela!'




31/07/2010

De Soles que no brillan y funciones de colegio


Canta la Capilla Polifónica en la celebérrima ‘Mazurca de las Sombrillas’ perteneciente a la ‘Luisa Fernanda’ de Torroba “abra usted el quitasol, para que no se muera de celos el sol”. E, ironías de la vida, los hombres mueven su brazo hacia arriba en una coreografía que señala directamente hacia el palco donde se sitúa Gabino de Lorenzo. Este moderno Rey Sol, omnipotente en su facultad de ‘experto’ en zarzuela, al que sólo cabe preguntarle ¿realmente le gusta esto?

Porque la antología lírica presentada el pasado fin de semana y que se prolongará hasta mediados de agosto durante diez funciones es un ejemplo de cómo recuperar toda la ‘caspa’ de la lírica española contra la que tanto se ha luchado. No hace falta más que repasar la temporada 2010 para darse cuenta que Oviedo estaba a la cabeza de la revitalización de un género en otro tiempo prostituido hasta la saciedad y tomado como referente de la ‘España Cañí’: el alarde de imaginación y humor propuesto por Paco Mir (miembro de Tricicle) en ‘Los Sobrinos del Capitán Grant’, la espectacularidad de ‘La Viejecita’ y Chateau Margaux firmados por Lluís Pasqual (ganador del Premio Lírico a la mejor producción), o el preciosismo y colorido en la escena de Luis Olmos para ‘Doña Francisquita’ dejaron un nivel altísimo, que colocaba a Oviedo como segundo festival lírico más importante de España, sólo por detrás del Teatro de la Zarzuela de Madrid. Pero aquí comenzaron los problemas. La temporada sufrió un duro revés con la recuperación del montaje de ‘Los Gavilanes’ pixuetos de Arturo Castro -por otra parte, una de las zarzuelas favoritas de Gabino de Lorenzo, repuesta hasta la saciedad en múltiples versiones- y esta ¡’Viva la Zarzuela!’ no hace sino refrendar la poca capacidad para el teatro musical de Castro.

Porque Arturo Castro –director de Teatro Margen- ha mostrado su gran valía para el teatro puro, desnudo, pero su nulo conocimiento musical por no tener en cuenta las necesidades de los cantantes, por falta de imaginación y desaprovechamiento de recursos. Por recurrir a manidos clichés, trillados hasta la saciedad, que recuerdan a las producciones ambulantes que José Luis Moreno todavía perpetra por toda España. Por redundar en las mismas ideas de luces y sombras, de pantomimas en contraluz, y el abuso de las proyecciones para llenar -ineficazmente- una escena.

Por supuesto que hay cosas buenas, buenísimas. El elenco vocal es espectacular, y la dirección musical de Ramón Tebar, precisa e imaginativa. Todos ellos, junto con el coro y las formaciones de baile demuestran su total profesionalidad en situaciones que rayan el ridículo. No hay más que recordar a miembros la Capilla Polifónica cantar el divertido Pasacalle de ‘El año pasado por agua’ de Chueca moviéndose adelante y atrás con monumentos de cartón en su cabeza que representan emblemas de Madrid: el Oso y el Madroño, Cervantes y Velázquez, o los leones del Congreso de los Diputados se pasean junto a bailarines haciendo de farolas y grupos de chulapos. E irremediablemente remiten a las funciones de navidad en los colegios de primaria, donde los niños hacen de árbol, de oveja o de estrella.

Chistes propios de películas de Paco Martínez Soria se suceden (“Arturo, ¿alguna vez te tira… la sisa?”), y ese es el mayor problema de la propuesta, que el público no sabe si reír o llorar. Se queda a medio camino entre la parodia y la seriedad, ¿busca ese efecto conscientemente o es una mala producción?

El fin de fiesta es apoteósico, recuperando el ‘Canto a la sidra’ o el Pasodoble de Asturias. Lástima que sea copiado de la Antología Asturiana presentada hace cuatro años e ideada por dos catedráticos de musicología -Emilio Casares (Universidad Complutense de Madrid) y Ramón Sobrino (Universidad de Oviedo)- y por Emilio Sagi, antiguo director artístico del Teatro Real de Madrid y actual del Arriaga de Bilbao.

La zarzuela, como máximo exponente de la lírica española, ha sido politizada hasta el extremo, amada por unos y denostada por muchos. Con una calidad artística equiparable a la ‘opera comique’ francesa, al ‘singspiel’ alemán o a la opereta en lo que se refiere al género chico, y una capacidad para emocionar en la zarzuela grande equiparable a las grandes óperas, necesita de una recuperación que lleva más de veinte años produciéndose, pero que todavía se encuentra con reveses como éstos.

Mientras grandes ‘expertos’ como De Lorenzo lo sigan considerando coto privado, habrá más. Señores, dejen a los que saben. Disfrutarán ustedes y disfrutaremos todos.


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