sábado, 2 de octubre de 2010

Entrevista a Walter Fraccaro, tenor





2/10/2010

“El canto es lo fundamental de la ópera, el resto es accesorio”

El tenor italiano Walter Fraccaro será Manrico, el héroe de la ópera de Verdi ‘Il Trovatore’ desde el próximo viernes en el Teatro Campoamor. Entre pruebas de vestuario y de sonido, nos recibe en medio de la vorágine de ensayos para desentrañar las claves de uno de los títulos más conocidos del compositor, y predisponer al público ante un montaje atípico, casi ‘zen’, firmado por Gilbert Deflo, que huye de las distracciones superfluas para centrarse en las voces y los personajes.


Siempre se ha dicho que para ‘Il Trovatore' se necesitan los cuatro mejores cantantes del mundo ¿Está de acuerdo?

Todas las óperas, y en especial las verdianas son difíciles. Con ‘Il Trovatore’ se da comienzo a una nueva concepción del drama.

¿Por qué?

Porque busca más conectar con el espectador. Con la trilogía ‘Rigoletto’- ‘Traviata’- ‘Trovatore’ Verdi imprime un mayor ritmo a la acción sin olvidar el aspecto musical.

¿Por qué aún hoy es uno de los dramas que emociona más al público?

La belleza de ‘Il Trovatore’ reside que en cualquier momento existe un estímulo musical importante que, además, cambia constantemente. Esto provoca que el espectador esté siempre atento a la ópera. Está moviéndose siempre entre dos mundos opuestos: el amoroso o lírico, y el heroico potente, y mantiene el equilibrio perfectamente.

El papel de Manrico es muy complicado, sobre todo porque el público espera que llegue a “Di quella pira” en plenas facultades cuando está casi al final de la ópera…

Verdi siempre exige muchísimo a los cantantes. La dificultad de mi papel viene desde el inicio del tercer acto. A partir de aquí Manrico comienza a moverse en el aspecto amoroso, y en un momento se convierte en heroico. La dificultad está en cambiar la actitud tan rápido como la partitura. La ‘Pira’ es trágica, y Manrico experimenta una ebullición de sentimientos que desencadenan en esta cabaletta.

Sin embargo, todavía queda el final, que es aún más duro si cabe…

El último acto es un germen del futuro ‘Otello’: muy intenso dramáticamente, y con un fortísimo episodio de celos en Manrico muy parecido al del drama de Shakespeare. El libretto deja la poesía a favor del lenguaje llano y duro. Pero de nuevo, todo vuelve a cambiar a favor de la reconciliación de Leonora y Manrico. Todo es muy rápido y muy emocional para los intérpretes

Se acusa al libretto de Cammarano de confuso y complicado…

En líneas generales todo depende de cómo venga representado; la historia la conoce la gran mayoría del público. Es una ópera corta, en dos horas y media se puede tener finiquitada, y yo la comparo como un libro absorbente, adictivo, que se lee del tirón, sin pausa, aunque en Oviedo se ha establecido un descanso entre el segundo y tercer acto.

¿Cuál es la visión de Gilbert Deflo, director de escena?

Yo sitúo a Deflo en un término medio entre el clasicismo de Franco Zeffirelli y la modernidad de un Calixto Bieito, por ejemplo. Se mueve como una bisagra, y toma de una u otra corriente lo que le interesa, sin distraer al público, y siempre respetando el canto. En Oviedo veremos una escena casi vacía, apoyada en telones y juegos de luces.

¿Eso implica una mayor responsabilidad para los cantantes?

Sí, es una gran dificultad, porque los cantantes no suelen ser grandes actores (si exceptuamos a gente como Plácido Domingo), igual que los actores no suelen ser grandes cantantes. Aquí tenemos que ser ambas cosas porque la escena somos nosotros.

¿Hacia dónde se decanta su Manrico, hacia el canto o hacia la actuación?

El canto, sin duda. Cuando leo críticas mías prefiero leer “una gran voz, algo limitado escénicamente” que “un gran actor, pero con poca voz”. El canto es lo fundamental de la ópera, el resto es accesorio. Debo transmitir un Manrico de una cierta credibilidad y debo ser un personaje vivo, por supuesto, pero estoy al servicio del Maestro, de la orquesta y, sobre todo, del público, a quien tengo que emocionar con la voz.

¿Se respetará la partitura original o se introducirán algunos cambios?

Existen ciertas variaciones no escritas por Verdi que, sin embargo, fueron aceptadas por el propio compositor, como el ‘Do de pecho’ en “Di quella pira”, que no existe, en realidad es un La. Sin embargo, por tradición y espectacularidad, se hace. Igualmente se han realizado pequeños cortes, mínimos, referentes a repeticiones de cabalettas que no aportan nada y detienen la acción, para hacer el drama más fluido.

Esta es la vigésimo primera vez que se representa ‘Il Trovatore’ en Oviedo, casi un año de cada tres en la historia de la Ópera asturiana se ha programado esta ópera. ¿Se puede aportar algo?

Si uno echa la vista atrás y lee los grandes nombres que han pasado por el Campoamor puede entrar vértigo. Sin embargo, en todos estos años, el canto ha evolucionado en aspectos técnicos –la manera de cantar no es la misma- y en aspectos teóricos –el diapasón está más agudo ahora y todo suena más brillante-. Las visiones escénicas también han cambiado, y ahora los espectáculos son más completos. Somos hijos de nuestro tiempo.

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