jueves, 28 de junio de 2012

Notas al programa: La música de los Goya



La música de los Goya

Auditorio Ciudad de León 
José Luis Temes - director invitado


Alejandro Amenábar: Los Otros
La afición por la música de cine, y el amplio conocimiento de la historia de la misma por su condición de coleccionista, llevaron a Alejandro Amenábar (1972) a componer la música de sus primeros trabajos, pese a no poseer una educación musical específica. Aunque nos encontrarnos ante una película de terror, la música planteada por Amenábar para Los Otros (2002) huye siempre que puede de las convenciones del género. Al autor no le interesa tanto el subrayado musical de los momentos de mayor sobresalto –que, por otro lado, existen y se asocian siempre a la utilización de toda la masa orquestal– como el dar la voz a los niños protagonistas.
El carácter fantástico y el misterio ganan la partida al terror puro. La visión pura de los niños como creadora de tensión, el contraste entre la muerte y la inocencia, y el uso macabro de melodías aparentemente pueriles, buscan la conjunción de los discursos visual y sonoro, en recorridos aparentemente contrapuestos, que cargan de múltiples lecturas a cada escena.

José Nieto: El maestro de esgrima. Tres encuadres sobre un tema (estreno)
José Nieto (1942) es una figura clave para entender la historia del cine español: como compositor, se sitúa como bisagra entre los García Leoz, Parada y Quintero (incluso De Pablo o Bernaola), y la nueva generación; como desarrollador de los sistemas de sonido, a él se le debe la preocupación por un diseño sonoro de calidad y la introducción  de nuevas tecnologías que hicieron dar un notable salto de calidad a las producciones españolas.
Para El maestro de esgrima Nieto basó su partitura en un único tema que, majestuoso y elegante, describe la profunda admiración que por la disciplina desprenden tanto las páginas de la novela de Pérez-Reverte como la recreación cinematográfica de Pedro Olea. La modificación del mismo ofrece al espectador la visión subjetiva del protagonista ante los turbios acontecimientos políticos que se desarrollan alrededor de su persona. Estos “tres encuadres” que presenta Nieto en forma de variaciones sobre esta idea suponen una reelaboración de la partitura, prescindiendo de los sintetizadores que en 1992 acompañaban a la orquesta para ofrecer, en definitiva, una obra nueva basada en ideas de hace veinte años.

Roque Baños: Las 13 rosas
Roque Baños (1968) es uno de los compositores en activo de mayor proyección internacional, sobre todo gracias a sus estudios en el Berklee College of Music de Boston, donde forjó un “estilo Hollywood” basado en el jazz y la gran orquesta. Su partitura para Las 13 rosas se ve totalmente imbuida por el espíritu melancólico, pero también luchador, de la película de Martínez Lázaro. Sin caer en el sentimentalismo barato, el compositor consigue desde el principio que el espectador empatice con las protagonistas a través de los pasajes más emotivos de la partitura, que son precisamente los recogidos en esta versión de concierto.
El carácter del tema principal toma partido a favor de las mujeres, y las recubre ante el espectador de un aura casi heroica, a la vez que llora por el recuerdo de las represaliadas. Estamos ante una historia de luces y sombras, de buenos y malos, donde la música es un elemento esencial para potenciar el drama que denuncia la película.

Eva Gancedo: La buena estrella
La buena estrella supuso el primer largometraje completo con música de Eva Gancedo (1958). Sus anteriores incursiones en el audiovisual fueron en forma de música adicional, o dentro de los géneros cortometrajístico y documental.
En él Gancedo exhibe una escritura muy emocional, aportando la visión subjetiva de la propia autora, siempre buscando aumentar la información sobre los personajes y clarificar sus sentimientos para el espectador. Escrita inicialmente para quinteto de cuerda, y orquestada para concierto, la música de La buena estrella aporta ritmo narrativo y hace avanzar a la trama, ayudando en muchos momentos a la resolución de largas escenas. Otras veces, refuerza el drama de la película, amplificando las emociones y subrayando la imagen.

Juan Bardem: Al sur de Granada
Los dos mundos que chocan en la película de Fernando Colomo –el del inglés Gerald Brennan y el de la joven Juliana– tienen su reflejo en la música escrita por Juan Bardem (1956) para la película. Esta suite de concierto nos propone un viaje entre dos mundos, partiendo de la Andalucía más identificable –guitarra y cajón flamenco– para ir evolucionando hacia la vertiente inglesa, con referencias al naturalismo inglés de Vaughan Williams o Delius.
Aunque que estamos ante una película muy dialogada, donde la música tiene que adoptar un papel secundario para facilitar la inteligibilidad del texto, es sobre todo al principio de la misma cuando el compositor tiene un mayor margen para el protagonismo, a través de amplios planos de los paisajes de la Alpujarra que sirven de marco para la historia, y que invitan a la amplitud orquestal que se refleja en esta pieza.

Alberto Iglesias: Volver
Alberto Iglesias (1955) es el compositor más premiado en los Goya (diez ‘cabezones’ jalonan su catálogo) e incluso tres de sus trabajos internacionales han estado nominados a los Oscar. En su vasto catálogo destaca su colaboración con Pedro Almodóvar, dentro de la cual se inscribe Volver.
Dividida en cuatro movimientos, esta suite de concierto nos propone un recorrido por todas las vertientes de la película: desde el costumbrismo y la comedia de “Las vecinas” pasando por el misterio sobrenatural de “Dicen que la han visto”, hasta llegar al puro thriller y la intriga de “Paco congelado” y “Dos en la furgoneta”. En ellos descubrimos a un Alberto Iglesias plenamente sumergido en el mundo “Almodovariano” (que se ha convertido en un género en sí mismo). Todo un mérito, ya no sólo por el conocimiento mutuo que hace que cada nuevo trabajo implique una superación, sino porque Iglesias tiene el honor de haber conseguido controlar el desbocado temperamento de un director  que ha tenido más de un encontronazo con sus compositores.

Alejandro González Villalibre


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