sábado, 2 de febrero de 2013

Entrevista a Ainhoa Arteta: “Un país que no cree en la cultura es un país muerto”






Terminan las funciones de ‘Don Carlo’ en el Campoamor, que han tenido en Ainhoa Arteta uno de los grandes reclamos de la temporada, así como uno  de los puntos de interés, ya que la soprano debutaba el papel de Elisabetta de Valois. Nos recibe en el Campoamor para hablar de la preparación de un papel tan comprometido, además de hacer un repaso a su carrera y reflexionar sobre el canto hoy en día. No rehuye ninguna pregunta: se muestra dispuesta a opinar sobre el difícil momento que vive la cultura, y aborda sin tapujos sus opiniones sobre la creación contemporánea.

¿Debutar un papel tan conocido como Elisabetta es más comprometido?
Siempre digo que llevo una preparación de 22 años, que es lo que llevo de carrera Estos son roles a los que se llega ya con un cierto bagaje, porque son tremendamente densos a nivel emocional, y a nivel vocal son complicados. En este momento puedo afrontarlo en un nivel vocal adecuado para que no me cueste la carrera, porque este tipo de papeles, dependiendo de cuándo los afrontas, pueden ser el principio y el final de una trayectoria.

¿Cuándo siente que está preparada para un papel así?
He tardado mucho en llegar a ellos, pero creo que ha merecido la pena. Son roles a los que se llega ya con una cierta edad, una cierta madurez vocal. Requieren una base técnica muy importante. No son personajes vocalmente sencillos, así que fui a prepararlo a Nueva York durante un mes con profesores especialistas. Luego hay un periodo de dos o tres meses puramente musicales, de aprender el rol, meterlo en voz, interiorizarlo, memorizarlo… Es un trabajo de muchísimo tiempo.

¿Representar roles históricos exige una documentación más allá de lo musical?
Para un rol como Elisabetta de Valois es necesario leer mucho. A mí me apasiona la historia, y eso es una ventaja. Tratas de leer lo que hay de literatura sobre el periodo de Felipe II, aunque centrarse en su esposa no hay sido fácil porque no existe mucha bibliografía.

¿Es difícil abstraerse de grabaciones previas?
Te debes de abstraer. Lo primero que tiene que hacer un intérprete es aceptar su voz y lo que ésta le da. Obviamente escuchas a otros… Escuchas diferentes versiones, pero siempre y cuando ya has trabajado tú. Una vez que las dificultades están resueltas sí te puedes concentrar en escuchar.

El peligro de la imitación…
Exacto. Porque queramos o no los cantantes tenemos un oído muy bueno y podemos llegar a imitar. Y esto puede llegar a ser contraproducente. Sí es necesario y es bueno para poder comparar en ciertos pasajes cómo afrontan otros las dificultades, pero nunca hay que perder la singularidad de cada voz.

¿Para evolucionar una carrera es necesario tomar riesgos o hay que ir siempre sobre seguro?
Yo soy de las que piensa que hay que ir con seguridad. Siempre recuerdo una frase de Alfredo Kraus: “voz solamente tienes una y teatros hay muchos”. A la voz hay que escucharla, nunca obligarla.

Pero en los comienzos es más difícil tomarse las cosas con ese temple…
De joven siempre haces cosas contraproducentes. Por la propia flexibilidad del instrumento, las cuerdas vocales suplen deficiencias que técnicamente no están resueltas. Pero en seguida te das cuenta, sobre todo cuando sientes que tu voz está cansada después de una función.

¿La voz no sufre si se encuentra cómoda?
Cuando tú sientes que tu voz se ha cansado después de una función algo te tienes que plantear: o ese rol no es para ti o algo no estás haciendo correctamente. Es un trabajo duro, y obviamente al terminar la función existe un cansancio físico, pero lo correcto es que la voz permanezca intacta.

Pero saber cuándo hay que parar en un mundo tan competitivo…
Es muy difícil. Sobre todo en el mercado actual, que yo lo llamo el ‘Mercado Hollywood’, que es de quita y pon. No se corresponde con la disciplina y el tiempo que conlleva la lírica. Eso hay que tenerlo muy claro. Obviamente te arriesgas a que no vayas a tener una carrera fulgurante, pero posiblemente sí una carrera segura.

¿Eso cierra puertas?
Lamentablemente sí. Hay lugares que se ofenden porque te has negado a hacer un determinado papel por sentir que no estás preparado. En mi caso tengo dos o tres teatros a los que en su día dije que no y no me han vuelto a llamar. Pero sigo cantando. Si hubiera hecho ese rol posiblemente no estaría cantando ahora y esas son las cosas que pesan en una balanza. Si te gusta tu carrera tienes que respetarla por encima de todo.

¿Sigue habiendo miedo a que se escape un tren?
He aprendido que no existe solo un tren en esta historia. Por dos veces en mi carrera me han dicho que estaba acabada. Que ya se me había ido el tren, y mira dónde estoy. Esto es una carrera de fondo y resistir es vencer.

Sigue siendo un mundo elitista…
A la gente joven que me dice que quiere ser cantante lírico porque se gana mucho dinero le digo que están equivocadísimos. Esto se hace por pasión, es una carrera completamente vocacional y, de hecho, pocos colegas que yo conozca terminan en la opulencia. Sí es una vida en la que estamos rodeados de glamour, pero una cosa es el glamour que te rodee y otra cosa es la vida real. Y te aseguro que los bancos no viven de los cantantes.

¿Cree que la crisis afecta a la programación? Los repertorios parecen mucho más conservadores.
Creo que hoy en día hay pocos teatros que se puedan arriesgar a programar cosas innovadoras, porque no pueden arriesgarse a encontrarse butacas vacías. Obviamente prefiero que se sigan haciendo cosas, aunque sean menos innovadoras, a que se suspenda todo por la falta de público.

La subida del IVA también ha hecho mucho daño…
Estamos viviendo una época catastrófica a nivel cultural: recortes a la cultura, subida del IVA, la falta de apertura de la ley de mecenazgo…

¿Sería una solución esa ley?
Es que no se puede subir el IVA, hacer recortes y encima frenar la ley de mecenazgo. Hay gente que quiere aportar en cultura porque, por otro lado, creo que un país que no cree en la cultura es un país muerto. Para mí las entidades y las empresas que apuestan por la cultura tienen visión de futuro. Ahora tenemos que intentar que esa visión de futuro la tengan también los políticos, que parece que funcionan siempre a corto plazo.

Y en este mundo tan exigente, ¿publicar discos ‘ligeros’ como ‘Don’t give up’ o ‘La vida’ supusieron desconectar completamente?

Eso fue una aventura, me lo pasé bien sólo al final, pero fue salirme de mi repertorio y no fue fácil. De hecho, el último disco de canción lírica tardé en grabarlo dos días, y estos se alargaron hasta las dos semanas Tuve la suerte de ir de la mano de Javi Limón, que siempre me rodea de músicos extraordinarios: Paco de Lucía, Enrique Morente… Genios que obviamente te enriquecen.

La exposición es mayor: las críticas llegan desde puristas de ambos ‘bandos’
Es cierto. Pero el cantante tiene que estar abierto a eso. Siempre habrá gente a la que le guste más o menos. Lo importante es poder expresar lo que, como artista, te interesa.

¿Las grabaciones de estudio pierden la magia?
Para mí todo lo que es grabación pierde la magia del directo. Y quizá esa es la ventaja con la que jugamos en la ópera o en el recital. Cuando una voz tiene verdadero poder, y tiene los armónicos bien desarrollados, entra como un rayo láser en el cuerpo del que lo recibe. Y eso es algo que en una grabación, por mucho que se quiera, no se va a poder reproducir.

¿En la élite existe espacio para la búsqueda personal o los proyectos siempre están más supeditados a las exigencias de un contrato?
Es verdad que cuando llegas a un punto de tu carrera puedes elegir. Hay gente que ya confía en ti, en tu trabajo, y se preocupan por qué te gustaría o qué te apetecería hacer.

¿Y qué repertorios que todavía no ha explorado cree que puede alcanzar con su evolución?
Hay algo que todavía no he hecho, que es ‘El Teléfono’ de Menotti (1947). Incluso el otro día pensaba que ojalá alguien pusiese en música ‘Cinco horas con Mario’. Me interesa mucho el mundo del monólogo, entrar en una teatralidad más naturalista.

Eso exige una cierta confianza en nuevos compositores, que por ejemplo puedan poner música a ‘Cinco horas con Mario’.
Sin duda.

¿Cuál es su relación esa nueva creación?
Conozco compositores jóvenes, aunque sinceramente no demasiados. Se van acercando, mandando sus trabajos y lo que más suelo hacer, al tener el trabajo de recitalista, son ciclos de canciones.

¿Cree que la ópera contemporánea dañaría su voz?
No sé si estaría dispuesta a llegar a hacer ópera contemporánea. No me lo he planteado, porque me ha costado mucho conseguir cantar de una manera muy sana. Quizá yo apostaría más por un compositor que cuide y que sea consciente de los límites de la voz.

¿Se ha perdido ese cuidado por la voz?
Depende de cada compositor, por supuesto. Pero no somos máquinas. La voz es un instrumento, pero es un instrumento vivo que depende de sus limitaciones. No todas las voces son iguales, algunas son más limitadas, otras menos, y tiene que haber un punto de flexibilidad en todo compositor que esté componiendo para voz.

Entonces usted apuesta por la colaboración intérprete-compositor.
Es que desde siempre ha sido así. Strauss, Verdi, Mozart… todos tenían sus cantantes para los que componían, a los que conocían, y sus obras están pensadas para esas voces. Cuando el compositor está muy cerrado en que hay que hacer un sonido de una determinada manera y puedes convencerle de que eso no se puede hacer, te das cuenta de cuándo alguien quiere hacer verdaderamente música, colaborando con el artista que lo tiene que interpretar. 

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