El tenor Jorge
Rodríguez-Norton es lo que podemos llamar un producto de la temporada de
zarzuela de Oviedo. Formado en las filas de la Capilla Polifónica Ciudad de
Oviedo, coro residente del ciclo, dio sus primeros pasos con esta formación
adentrándose en el mundo de la zarzuela que hoy le tiene como uno de los
solistas con mayor proyección. En ‘La Corte de Faraón’ que se estrena el
próximo martes representa el papel del Casto José, en lo que supone un nuevo
rol protagonista en una producción de Emilio Sagi, el director de escena que ha
impulsado su carrera. Nos recibe en el Teatro Campoamor entre pruebas de
maquillaje y vestuario para hacer un repaso a cómo ha evolucionado el mundo de
la zarzuela en los últimos tres lustros y reflexiona sobre el papel del solista
en tiempos tan complicados.
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Foto: Iván Martínez |
¿Cómo recuerda sus
primeros pasos en la zarzuela con la Capilla Polifónica?
Yo empecé hace 14 años, cantando en el coro una ‘Katiuska’
que se hizo aquí en el Campoamor y yo tendría… la edad justa para empezar a
estudiar canto (risas).
¿Y cómo eran aquellas
producciones?
Eran extremadamente conservadoras. Por ejemplo, en aquella ‘Katiuska’
todos estábamos con la ropa rusa típica, todo muy estático y encorsetado,
siempre en formación coral y muy colocados para cantar, eran más aburridas.
¿Y en qué momento
decide desgranarse el coro y empezar una carrera en solitario?
En el momento en que me fui a Valencia por recomendación de
David Menéndez (barítono asturiano). Me habló de la magnífica escuela de canto que
existía allí y decidí marchar para allá con 23 años.
¿Sigue encontrándose
con antiguos compañeros de aquella Capilla Polifónica ahora en el escenario
Sí, claro, pero cada vez menos. El coro ha sufrido una
renovación importantísima y más del setenta por ciento es gente nueva que no
conozco. Gente joven, con ilusión, me
han sorprendido muy gratamente y que aportan un sonido muy fresco al coro.
Se suele decir que
cantar en un coro es contraproducente para hacer carrera solista…
Es contraproducente en el momento en que tú quieres aspirar
a cantar como solista, porque la manera de cantar no es exactamente la misma.
Si tienes una voz lírica grande que de repente explota, vas a destacar por
encima de los demás. Es inevitable abandonar el coro, pero no sólo por una
cuestión personal, sino porque no puedes empastar con tus compañeros y eres
perjudicial para la formación.
¿Dónde situaría el
punto de inflexión donde su carrera comienza a despuntar?
Cuando comienzo a moverme más es a partir de una producción
de 2008, un programa doble que consistía en ‘La Gran Vía’ y ‘Agua, azucarillos
y aguardiente’. Y, sobre todo, el momento más importante es cuando hice la
audición para Emilio Sagi, que me contrató para hacer ‘El manojo de rosas’. De
eso hace ya cuatro años.
¿Cómo se va haciendo
hueco en la carrera de solista?
Es un mundo muy complicado, porque hay mucha competencia.
Mucha competencia y mucha gente que lo hace muy bien. Siempre tienes que
preocuparte por destacar por algo, bien sea por tu musicalidad, bien sea por tu
saber hacer en el escenario… La gente busca algo que no haya visto en otra
persona, o un papel concreto.
¿Los repertorios los
elige usted o está a expensas de ofertas?
Tienes que escoger, evidentemente, porque tienes que saber que no puedes estar
preparado porque para hacer todo lo que te gustaría. Es importantísimo empezar
por cosas pequeñas para tener las tablas en el escenario.
Da siempre la
sensación de que es mucho más fácil hacerse un hueco en el mundo de la zarzuela
que en el mundo de la ópera.
Es un poco más accesible, habida cuenta de que el mundo de
la zarzuela somos solamente cantantes españoles, el mercado es más pequeño. Por
ejemplo, en el Teatro Real de Madrid la mayoría de la gente que canta es extranjera
y sin embargo en el de la zarzuela no, porque se requiere producto nacional
para hacerse el repertorio.
¿Realmente se requiere
producto nacional para hacer una zarzuela? Si nosotros podemos cantar ópera
italiana…
Sí, pero podemos porque hemos mamado desde pequeños la
manera de hacer música de los italianos, de cantar, pero los italianos nunca
han visto ni se han preocupado en saber cómo se interpreta la zarzuela. Ahí
existe un pequeño choque cultural, de saber cómo es la picaresca española. Incluso
a nosotros, los que somos del norte, nos cuesta asumir el carácter andaluz, a
pesar de que lo vemos a diario.
¿Y cómo explicaría a
un extranjero qué es la zarzuela?
Yo creo que no hace falta explicársela porque es un producto
que les encanta. Aquí a Oviedo vienen muchos extranjeros sólo para vez
zarzuela. Además, estuvimos haciendo en el extranjero ‘Pan y toros’ (que hay
pocas cosas más españolas) y eso al público le encanta: tanto si es europeo
como si es sudamericano como si es asiático.
¿Asíático?
El tema de la zarzuela les vuelve locos. En Japón por
ejemplo todo lo que sea español, folklore, sevillanas, flamenco… todo les
fascina. No hace falta vendérselo sino que simplemente lo escuchan y les encanta
el tema.
Entonces existen más
prejuicios en España que en el resto del mundo para con la zarzuela…
Sí, sobre todo en ciudades pequeñas. Por ejemplo, en Madrid
está muy normalizada la zarzuela, casi el mismo público que va a la ópera va a
la zarzuela. Sin embargo aquí en Oviedo yo he notado que no suele ser el mismo
público. Sí hay público que se repite, pero el público de la zarzuela es más
desenfadado, el de la ópera un poco más encorsetado, cuando en realidad sigue
siendo cultura.
¿A qué lo achaca?
Durante muchos años ha sido maltratada. Se han hecho
producciones con cualquier medio disponible, sin prestar atención a la calidad
y el producto el final no resistía la comparación con una ópera. Hoy en día las
zarzuelas están muchísimo más mimadas, las producciones de zarzuela que están
saliendo están muy cuidadas. ‘La Corte de Faraón’ que estamos haciendo ahora,
tanto estéticamente como musicalmente se busca que esté todo muy, muy bien
atado. Yo creo que es un producto de calidad.

Sí, ha tenido un carácter de vodevil. Sin embargo, ahora se
está buscando que esté todo bastante cuidado, tanto en el vestuario como en la
escena, la iluminación, las voces, el teatro… Tiene fragmentos musicales
bellísimos a los que el Maestro Mielgo sabe sacarles partido.
El tono de ‘La Corte
de Faraón’ siempre es polémico…
Sagi ha hilado muy fino para que a la gente que lo vea no le
parezca nada soez. Creo que va a ser un espectáculo que va a gustar porque está
tratado con mucha delicadeza, con bastante finura. A pesar de que vayamos con
poca ropa, de los textos con doble sentido… está pensado desde un punto de
vista afable. Un poco más a lo mejor es obsceno, y un poco menos queda soso. Es
el punto justo de provocación.
El Casto José también
tiene una parte actoral muy importante, ¿se encuentra cómodo como actor?
Sí, porque Emilio Sagi ha trabajado mucho con nosotros, y
nos ha hecho entrar muy bien en el papel. La verdad es que yo me siento muy
cómodo con este papel. No tiene nada que ver conmigo pero haciéndolo me siento
cómodo, no me siento ridículo, a pesar de las características especiales del
personaje.
¿Es un inconveniente
el tener tantas partes habladas a la hora de cantar después?
Es un poco incómodo hablar, no cantar después de hablar, sino
hablar después de cantar porque la voz se queda colocada muy arriba, y es
difícil proyectar. Es cuestión de adaptarse al timbre nuevo.
Hay una sensación de
que la gente empieza en la zarzuela, empieza a introducirse poco a poco en la
ópera y de repente se olvida de la zarzuela. ¿Eso es así?
Hay casos en los que la ópera te absorbe. Es un mundo muy,
muy exigente, es un mundo muy duro. A nivel personal es muy satisfactorio pero
es un poco desagradecido porque no permite el más mínimo resbalón. La zarzuela
está muy bien para pisar tablas, te ayuda muchísimo a nivel escénico: tienes
papel hablado, tienes que cantar, tienes que moverte… Aún así yo veo a los dos
géneros compaginables, y cada vez hay más gente que lo hace.
¿Eso se debe a que
cada vez hay menos trabajo y no se puede elegir tanto?
También, pero cada caso es diferente. Y tal y como están las
cosas, con la temporada de Murcia cancelada, las dificultades de Jerez… Hay
muchos festivales en peligro. Hasta la orquesta y coro de RTVE están en
dificultades. Y claro, desaparecen temporadas, funciones, títulos… y somos los
mismos cantantes para repartirnos el trabajo.
Mirando un poco al
futuro, ¿cuáles son sus próximos proyectos?
Ahora me voy a ir a Bilbao a hacer ‘El Caserío’ con Ainhoa
Arteta y José Luis Sola, yo haré el papel de Txomin. Luego participaré en la
temporada de Ópera de Oviedo como el Dios Froh de ‘El oro del Rin’ de Wagner.
¿Y las ambiciones? ¿A
qué le gustaría llegar?
Eso no se puede decir. Hoy estás un poco de moda y gustas a
la gente y mañana se olvida de ti el representante de turno que te tenga que
llamar y dejas de estar de moda. Tan pronto estás en un escenario y al día
siguiente puedes estar en tu casa. Es muy complicado.
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