sábado, 22 de noviembre de 2008

Stravinsky revisita el mito de Don Juan en el Campoamor




22/11/2008

Los mitos son lo que son por su capacidad para pervivir en la mente de la gente durante siglos, generando todo un mundo evocador a su alrededor y sirviendo de inspiración más o menos consciente a cuantos artistas se enfrentan al reto de crear algo nuevo. Este es el caso del libertino por excelencia, ‘Il dissoluto’, Don Juan. Más de tres siglos después de su nacimiento, Igor Stravinsky resucita al Burlador, lo traslada de Sevilla a Londres, le cambia el nombre de Juan Tenorio por el de Tom Rakewell, y ofrece su visión de la historia junto a los libretistas Wystan Hugh Auden y Chester Kallman. La Temporada de Ópera de Oviedo estrena mañana The rake’s progress, nunca antes representada en la ciudad desde su composición en 1951, en cuatro funciones que se prolongarán los días 23, 25, 27 y 29 de Noviembre.

Foto: Ópera de Oviedo

La única ópera de larga duración que posee esta denominación específica dentro del catálogo de Igor Stravinsky, The rake’s progress (‘La carrera del libertino’), tuvo su primera representación en Venecia en 1951. Sus autores la concibieron como un irónico juego moralista, enlazando con el espíritu de las colaboraciones entre Wolfgang Amadeus Mozart y el libretista Lorenzo da Ponte a finales del siglo XVIII.

Fue en 1947, durante una visita al Instituto de Arte de Chicago, cuando Stravinsky conoció una serie de ocho pinturas satírico- moralistas del inglés William Hograth (1697- 1764), agrupadas bajo el título de The rake’s progress (1735). Haciendo caso de la recomendación de su amigo Aldous Huxley, Stravinsky pide a Wystan Hugh Auden que le escriba un libreto operístico basado en el tema. En Noviembre de 1947 el compositor y el poeta sentaron las líneas generales de la obra, y al mes siguiente, sin haber visto ninguna sección completa del texto de Auden –que involucró a Chester Kallman como coautor-, Stravinsky comenzó a escribir la música. El texto se terminó a finales del mes de Febrero de 1948, y en Enero de 1949 Stravinsky tenía finalizado el primer acto. El segundo se terminó en Febrero de 1950 y el tercero en Abril de 1951.

El estreno mundial se realizó bajo el título de Una carriera d’un libertino, bajo la dirección musical del propio Stravinsky en una producción de Carl Ebert el 11 de Septiembre de 1951 en el Teatro ‘La Fenice’ de Viena. Elisabeth Schwarzkopf cantó el papel de Anne Trulove. En Noviembre de ese mismo año, Ferdinand Leitner, quien había sido el responsable de los ensayos con el reparto veneciano, dirigió el estreno en Alemania, en la ciudad de Stuttgart, con una traducción del libretto realizada por Fritz Schröeder.

Son muchas las influencias incorporadas a la ópera durante su gestación. Para la escritura de su primer trabajo completo para la escena operística, Stravinsky estudió concienzudamente las óperas de Georg Friedich Haendel, así como las de Giuseppe Verdi y Wolfgang Amadeus Mozart, especialmente su Così fan tutte (última de la ‘trilogía’ Mozart-Da Ponte iniciada por Las bodas de Fígaro y cuyo título central es Don Giovanni), de la cual tomó la línea instrumental para su propia obra.

La influencia del Don Giovanni mozartiano no sólo se refleja en el epílogo, donde todos lo personajes cantan un conjunto de intención ‘moralizante’, sino que toda la relación entre el protagonista, Tom Rakewell, y Nick Shadow, su ‘mentor’, posee claras referencias a la idea de un pacto con el diablo. También se encuentran presentes elementos de mitos como Fausto o Peer Gynt, de la tragedia y de la opera buffa.

En términos formales, The rake’s progress es una ópera formada por recitativos (en sus modalidades de ‘secco’ y ‘accompagnato’) y arias (incluyendo ‘cavatina’, ‘cabaletta’, dúos y conjuntos finales), cuyo color posee en algunas ocasiones reminiscencias de Haendel, y en otras de las obras belcantistas de Gioacchino Rossini y Gaetano Donizetti. Los ecos pastorales de Monteverdi, la acentuación barroca, las arias mozartianas y los ritmos verdianos se combinan para dar forma a una colorista ópera de apariencia neoclásica.

Es significante el hecho de que mientras escribía la ópera, Stravinsky se encontraba revisando trabajos escritos en décadas anteriores, incluyendo Le sacre du printemps, Oedipus Rex, Apollon musagète y Perséphone. Pero la música de Stravinsky para The rake’s progress no se limita en una inteligente copia artificial y concienzudamente calculada de un estilo antiguo. Detrás de los ‘clichés’ se pueden encontrar una amplia gama de emociones humanas, desde la contemplación más calmada a las pasiones más salvajes.

Sin embargo, tras su estreno en 1951 arreciaron las críticas que tildaron a The rake’s progress como un pastiche conservador que regresaba a arcaísmos superados durante la primera mitad del siglo XX. Fue el propio autor el que, en un artículo aparecido en Paris el 16 de Agosto de 1964 defiende su obra como un avance al recrear las tonalidades del pasado. Dice Stravinsky: “¿Puede un compositor volver a utilizar el pasado y al mismo tiempo avanzar en el arte? Sin tener en cuenta la respuesta (que es ‘sí’), esta pregunta retórica no me ha perturbado durante la composición, aunque la mirada al pasado de The Rake’s supone un gran avance cuando la comparo con algunas obras recientes consideradas progresistas.”

Stravinsky decidió utilizar el modelo de ópera ‘con números’ del siglo XVIII por creer que esta decisión ayudaba a la progresión dramática de la misma. La ópera se desarrolla a través de la melodía, oponiéndose a la utilización del modelo germano del ‘Spreechgesang’ y la melodía infinita de Wagner, a los que el autor consideraba “un comentario orquestal que resuelve en un recitativo continuo”.

Las intenciones dobles y el juego continuo con el espectador se hacen patentes desde los nombres elegidos por los protagonistas. La sufrida y fiel amante es Anne Trulove, cuya traducción sería ‘Ana Amor Verdadero’. Tom Rakewell (cuyo apellido significa ‘el perfecto libertino’) es un nuevo disfraz para el mito ideado en 1617 por Tirso de Molina en El burlador de Sevilla y convidado de piedra, el Don Juan que tantas horas de música ha generado, desde los ballets de Gluck, pasando por óperas de Vicenzo Righini (Il convitato, 1777), Giacomo Tritto (Il convitato di pietra, 1783) y Giuseppe Gazzaniga (Don Giovanni, o sia Il convitato di pietra, 1787). El mito alcanzará su forma definitiva e inmortal con Mozart y Da Ponte en 1787 con su Don Giovanni ossia il disoluto punito, y aún llegará a inspirar a autores españoles como Ramón Carnicer para su ópera Il dissoluto punito, ossia Don Giovanni Tenorio, estrenada en Barcelona en 1822 y actualmente recuperada para la escena, editada y grabada en disco.

La Oviedo Filarmonía debuta en la temporada 2008-2009 de Ópera –Dialogues des Carmélites y La Bohème fueron tarea de la OSPA- y se situará en el foso del Campoamor dirigida por Mikhail Agrest para una producción del parisino teatro de los Campos Elíseos, que contará con la dirección de escena de André Engel. Todo para hacer el ‘estreno absoluto’ en Asturias de una ópera que, incomprensiblemente, ha tardado 57 años en llegar a la ciudad.

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