sábado, 13 de marzo de 2010

Renovación zarzuelística de la mano de Fernández Cabnallero




13/03/2010

La zarzuela se encuentra en un periodo constante de renovación: nuevas propuestas escénicas y revisiones argumentales abundan en los escenarios para revitalizar un repertorio que, hasta hace pocos años, se encontraba inmerso en el peligroso callejón de lo ‘rancio’ y ‘casposo’. Con mejor o peor fortuna, han ido proliferando estas nuevas lecturas de obras españolas que, por otra parte, tienen un tremendo valor y calidad musical. Una de las más celebradas es la que llega a Oviedo el próximo martes: un programa doble de obras de Manuel Fernández Caballero, ‘La Viejecita’ y ‘Chateau Margaux’, que se representará durante los días 16, 17, 19 y 20 en el Campoamor.

Foto: Festival Lírico de Oviedo

Este espectáculo, procedente del Teatro Arriaga de Bilbao y el Teatre Lliure barcelonés, y firmado por Lluis Pascual, pretende poner en valor el género chico, un estilo que, según explicó Pasqual forma parte de los recuerdos de su infancia: "La zarzuela era la educación musical que teníamos muchos en aquellos años", dijo, al tiempo que lamentó que muchas veces haya una tendencia a mirarla "desde arriba". La zarzuela ha sobrevivido, según Pasqual, "yéndose al sótano, hasta que al final, ha podido salir a respirar".

Inspirado en un programa de radio en la postguerra española, esta propuesta reescribe todas las partes habladas de ‘Chateau Margaux’ para convertirla en un concurso musical del estilo a los que tanto proliferaban en aquella época, para dar paso más tarde a la radionovela, es decir, a la historia de ‘La Viejecita’, para la cual el estudio radiofónico desaparecerá dando paso a un inmenso salón de baile en el que se desarrollará la historia del segundo título.

‘Chateau Margaux’ fue el último éxito del teatro Variedades, iniciador del género chico. Se trata de una de las pocas obras de la década de los ochenta del siglo XIX perteneciente a este género que ha sobrevivido, y ello se debe fundamentalmente a la inspirada partitura de Caballero. Supuso la culminación de su producción en esta época, una excelente muestra de lo que puede considerarse como comedia musical, género más refinado, de más amplios horizontes que el sainete habitual, directamente inspirado en la forma del vaudeville aunque más breve y comprimido.

En la reinventada trama Lluis Pasqual nos sitúa en un estudio de radio de la España de los años cincuenta: ‘La zarzuela del sábado’, un programa patrocinado por el vino catalán Chateau Margaux. La nueva historia enfrenta a Angelita y a Manuel, cantantes por afición (andaluza ella y gallego él, como manda el libretista original, Jackson Veyán) en un reñido combate canoro: aunque primero interpreten sus respectivos números a sólo, se verán obligados a desempatar con un dúo, a resultas del cual saldrá vencedora la tiple, que despedirá la primera parte del programa radiofónico con un vals publicitario dedicado a la marca patrocinada. De esta forman se interpretan los cinco números (preludio incluido) que integran la partitura.

Por su parte, ‘La Viejecita’ pone en valor la gran capacidad de Fernández Caballero dentro del mundo del bel canto. Compuesta de seis números musicales, se trata de una auténtica lección de melodía al más puro estilo operístico, de gran exigencia para los cantantes y en concreto para su protagonista, Carlos, quien disfrazado de una anciana de alta cuna, tratará de colarse en la fiesta del Marqués para enamorar a Luisa. Este papel, originariamente concebido para tiple, supone todo un reto para cualquier barítono que hoy en día se enfrente a él, ya que debe alcanzar el equilibrio justo entre histrionismo y calidad vocal, siempre con una emisión aguda para imitar el timbre de la Viejecita.

Ambientada en el Madrid de 1812, la historia se enmarca dentro de la alianza de Inglaterra con España y la situación militar del país en plena guerra de la Independencia, lo que le permitía a Caballero presentar la suma de uniformes muy variados y brillantes, inevitables en una zarzuela de la época. Como además abunda en situaciones cómicas, resultó muy impactante en su estreno en 1897, y muchos de sus números permanecen en el acervo popular, en especial el chotis “Como en correcta formación nos presentamos hoy aquí” y, sobre todo, la celebérrima canción de la Viejecita “Al espejo al salir me miré”.

El papel del coro en este segundo título es notable, interviniendo en todos los número excepto el dúo final y, bien como protagonista o bien como colchón armónico de los solistas, requiere de poderosa presencia, dificultad añadida, ya que la obra exige reducidos efectivos en la formación.

Al frente del reparto, Axier Sánchez y Sonia de Munck son las voces principales de Carlos (La Viejecita) y Luisa, acompañados de Emilio Sánchez, José Manuel Díaz, Valeriano Lanchas, Lander Iglesias y Jesús Castejón, hombres ‘de zarzuela’, auténticas garantías de solvencia y éxito en la lírica española.

Al frente de la orquesta, Álvaro Albiach -ya habitual de Oviedo, que le ha visto el año pasado dirigir ‘El Barbero de Sevilla’ o este año ‘El Retablo del Maese Pedro’- tomará la batuta de la Oviedo Filarmonía, pero no se situará en el foso, ya que la escena de Lluis Pasqual sitúa a la orquesta en el mismo escenario, primero invisible tras una cortina en el programa de radio, a modo de música ‘enlatada’, y más tarde en el centro del salón de fiestas del Marqués.

No hay comentarios:

Publicar un comentario