Semana Santa, León, 2012
La música religiosa se ha servido de numerosos textos para
crear, a partir de ellos, diferentes tipos de composiciones. Sin embargo, llama
la atención que un pasaje como el Sermón de las Bienaventuranzas, tan proclive
a la poética y tan rico en matices, haya pasado más desapercibido para los
intereses de los grandes compositores. Por supuesto, existen muchas obras, y
aquí veremos tres de las más importantes; sin embargo, no siempre han tenido la
difusión merecida. A continuación presentamos tres ejemplos diferentes de
tratamiento musical para un mismo texto (Mateo 5:3-12), que buscan efectos
muy diferentes en el oyente.
¿Por qué hablar de estas tres obras y no de otras? En primer
lugar porque, debido a su difusión, probablemente sean las tres composiciones
más importantes sobre este tema. Además, y debido a esta aceptación por parte
del público, resultará sencillo para al lector de estas líneas encontrar
ejemplos en internet, en páginas como Youtube o Spotify (de nada sirve en este
caso hacer una sesuda disertación musical si luego no se puede escuchar de lo
que se habla).
Franz Liszt: Die Seligkeiten
Conocido fundamentalmente por sus trabajos para piano,
instrumento del que era un auténtico virtuoso y todo un fenómeno de masas con
sus giras por Europa como concertista en el s. XIX, la formación eminentemente
católica de Franz Liszt le llevó a interesarse por la música religiosa en forma
de numerosas obras para coro: sus Ave María, Via Crucis o Pater Noster nacen de
la necesidad del autor de canalizar estas inquietudes religiosas. Basándose en
el Sermón de la Montaña, Liszt compone en 1859 Die Seligkeiten, también
conocida como Die Seligpreisungen o Les Beatitudes, para barítono solista, coro
y órgano. Con texto originalmente en alemán, fue incluida más tarde en su
oratorio en latín Christus. Cada una de las Bienaventuranzas es primero cantada
por el solista, sin acompañamiento, para después dar entrada al coro que,
dividido en siete voces, actúa a modo de eco, haciendo resonar las palabras del
barítono, y aportando solemnidad a cada una de las sentencias. Con el canto de
la cuarta Bienaventuranza el texto comienza a ser compartido por solista y
coro, ganando intensidad progresivamente hasta un dinámico clímax en el que se
canta a los perseguidos. Es el momento de mayor dramatismo y fuerza musical. La
obra, de apenas nueve minutos de duración, evoluciona desde aquí recuperando
poco a poco la calma tras la exaltación, para concluir con una piadosa
repetición por tres veces del Amen.
César Franck: Les Beatitudes
César Franck, músico francés de origen alemán, es
ampliamente conocido en el mundo de la música para órgano, ya que durante varias
décadas fue el intérprete de este instrumento en la Basílica de Sainte Clotilde
de París. Sin embargo, la producción de Franck va más allá. Su sentimiento
religioso le llevó a dedicar seis años a la composición de su obra magna: el
oratorio Les Beatitudes, completado en 1879, aunque no fue estrenado hasta
1891, tras su muerte. Nunca se ha asentado como una obra de repertorio, es
decir, habitualmente interpretada, por su duración y sus exigentes
características. Estamos ante una composición que supera ampliamente las dos
horas de duración y que necesita de una orquesta, un coro, y nueve voces
solistas: dos mezzosopranos, una contralto, dos tenores, un barítono (que
representa la voz de Jesucristo) y tres bajos (de los cuales uno interpreta el
rol de Satán). La obra se desarrolla en nueve números, que comprenden un
prólogo y las ocho Bienaventuranzas recogidas por Mateo en su Evangelio. El
texto, obra de Madame Colomb, estira los diez versos mateanos hasta darles una
longitud casi operística, añadiendo poemas de nueva factura. Para un hombre de
una religiosidad tan profunda como César Franck, el tema del Sermón de la
Montaña poseía una fuerza particular. La profunda humanización de la partitura,
el fuerte sentimiento religioso y la belleza de su lenguaje, en muchos casos
cercano a la manera de escribir de Richard Wagner, convierten a este oratorio
en una de las obras maestras de la música religiosa.
Arvo Pärt: The Beatitudes
Arvo Pärt, nacido en Estonia en 1935, es un compositor, aún
en activo, al cual se le suele identificar con el movimiento musical conocido
como minimalismo sacro. Especialmente desde la década de los setenta, cuando
comenzó un periodo que el propio autor describe como tintinnabular (“tintineante”),
similar al tañir de campanas Para este compositor “la música puede tener un
significado ligeramente diferente en cada oyente, creando un espectro de
experiencias musicales, similar al arco iris”. Su obra para coro The Beatitudes,
compuesta en 1990 y revisada un año más tarde, adquiere importancia desde el
momento en que es la primera incursión en el lenguaje inglés de este autor. El
coro se presenta prácticamente desnudo, apenas sostenido por casi
imperceptibles notas de órgano, desarrollando las frases de Mateo en
aproximadamente ocho minutos de duración, con esa quietud mística que
proporciona la simpleza rítmica y armónica de los tintinábulos. Un lenguaje
austero, de profunda belleza espiritual, conseguida a partir de estas técnicas
minimalistas, que sorprende con su potente Amen final, al que se ha llegado a
través de un progresivo y lento crescendo, reforzado por el órgano en todo su
esplendor, otorgando luz y grandeza al deseo final: “Así sea”.
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