viernes, 30 de marzo de 2012

Las Bienaventuranzas en la Historia de la Música

Revista SCB
Semana Santa, León, 2012

La música religiosa se ha servido de numerosos textos para crear, a partir de ellos, diferentes tipos de composiciones. Sin embargo, llama la atención que un pasaje como el Sermón de las Bienaventuranzas, tan proclive a la poética y tan rico en matices, haya pasado más desapercibido para los intereses de los grandes compositores. Por supuesto, existen muchas obras, y aquí veremos tres de las más importantes; sin embargo, no siempre han tenido la difusión merecida. A continuación presentamos tres ejemplos diferentes de tratamiento musical para un mismo texto (Mateo 5:3-12), que buscan efectos muy diferentes en el oyente.
¿Por qué hablar de estas tres obras y no de otras? En primer lugar porque, debido a su difusión, probablemente sean las tres composiciones más importantes sobre este tema. Además, y debido a esta aceptación por parte del público, resultará sencillo para al lector de estas líneas encontrar ejemplos en internet, en páginas como Youtube o Spotify (de nada sirve en este caso hacer una sesuda disertación musical si luego no se puede escuchar de lo que se habla).



Franz Liszt: Die Seligkeiten 
Conocido fundamentalmente por sus trabajos para piano, instrumento del que era un auténtico virtuoso y todo un fenómeno de masas con sus giras por Europa como concertista en el s. XIX, la formación eminentemente católica de Franz Liszt le llevó a interesarse por la música religiosa en forma de numerosas obras para coro: sus Ave María, Via Crucis o Pater Noster nacen de la necesidad del autor de canalizar estas inquietudes religiosas. Basándose en el Sermón de la Montaña, Liszt compone en 1859 Die Seligkeiten, también conocida como Die Seligpreisungen o Les Beatitudes, para barítono solista, coro y órgano. Con texto originalmente en alemán, fue incluida más tarde en su oratorio en latín Christus. Cada una de las Bienaventuranzas es primero cantada por el solista, sin acompañamiento, para después dar entrada al coro que, dividido en siete voces, actúa a modo de eco, haciendo resonar las palabras del barítono, y aportando solemnidad a cada una de las sentencias. Con el canto de la cuarta Bienaventuranza el texto comienza a ser compartido por solista y coro, ganando intensidad progresivamente hasta un dinámico clímax en el que se canta a los perseguidos. Es el momento de mayor dramatismo y fuerza musical. La obra, de apenas nueve minutos de duración, evoluciona desde aquí recuperando poco a poco la calma tras la exaltación, para concluir con una piadosa repetición por tres veces del Amen.




César Franck: Les Beatitudes
César Franck, músico francés de origen alemán, es ampliamente conocido en el mundo de la música para órgano, ya que durante varias décadas fue el intérprete de este instrumento en la Basílica de Sainte Clotilde de París. Sin embargo, la producción de Franck va más allá. Su sentimiento religioso le llevó a dedicar seis años a la composición de su obra magna: el oratorio Les Beatitudes, completado en 1879, aunque no fue estrenado hasta 1891, tras su muerte. Nunca se ha asentado como una obra de repertorio, es decir, habitualmente interpretada, por su duración y sus exigentes características. Estamos ante una composición que supera ampliamente las dos horas de duración y que necesita de una orquesta, un coro, y nueve voces solistas: dos mezzosopranos, una contralto, dos tenores, un barítono (que representa la voz de Jesucristo) y tres bajos (de los cuales uno interpreta el rol de Satán). La obra se desarrolla en nueve números, que comprenden un prólogo y las ocho Bienaventuranzas recogidas por Mateo en su Evangelio. El texto, obra de Madame Colomb, estira los diez versos mateanos hasta darles una longitud casi operística, añadiendo poemas de nueva factura. Para un hombre de una religiosidad tan profunda como César Franck, el tema del Sermón de la Montaña poseía una fuerza particular. La profunda humanización de la partitura, el fuerte sentimiento religioso y la belleza de su lenguaje, en muchos casos cercano a la manera de escribir de Richard Wagner, convierten a este oratorio en una de las obras maestras de la música religiosa.

Arvo Pärt: The Beatitudes
Arvo Pärt, nacido en Estonia en 1935, es un compositor, aún en activo, al cual se le suele identificar con el movimiento musical conocido como minimalismo sacro. Especialmente desde la década de los setenta, cuando comenzó un periodo que el propio autor describe como tintinnabular (“tintineante”), similar al tañir de campanas Para este compositor “la música puede tener un significado ligeramente diferente en cada oyente, creando un espectro de experiencias musicales, similar al arco iris”. Su obra para coro The Beatitudes, compuesta en 1990 y revisada un año más tarde, adquiere importancia desde el momento en que es la primera incursión en el lenguaje inglés de este autor. El coro se presenta prácticamente desnudo, apenas sostenido por casi imperceptibles notas de órgano, desarrollando las frases de Mateo en aproximadamente ocho minutos de duración, con esa quietud mística que proporciona la simpleza rítmica y armónica de los tintinábulos. Un lenguaje austero, de profunda belleza espiritual, conseguida a partir de estas técnicas minimalistas, que sorprende con su potente Amen final, al que se ha llegado a través de un progresivo y lento crescendo, reforzado por el órgano en todo su esplendor, otorgando luz y grandeza al deseo final: “Así sea”.




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