Obertura trágica,
op. 81 (J. Brahms)

Formalmente nos encontramos con una obra en
tres secciones (rápida-lenta-rápida), con forma sonata y tonalidad de Re menor,
siempre tan asociada a la tragedia y la exaltación sentimental. Es una obra
ciertamente «brahmsiana», donde el compositor expone su temperamental carácter
en apenas catorce minutos de una manera muy críptica, sin concesiones al
espectador. Huraña y cambiante, imprevisible y esquiva, no busca agradar tanto
como epatar. ¿Y acaso no es este un resumen de la producción del maestro de
Hamburgo?
Concierto para piano y orquesta nº 2 en Si Bemol Mayor, op. 83 (J.
Brahms)
La dificultad técnica de este
segundo concierto para piano de Brahms emparenta esta obra con la concepción
formal que del género tenía Franz Liszt, añadiendo un cuarto movimiento al
tradicional esquema de tres, y sugiriendo una amplitud orquestal mayor de la
acostumbrada. El autor no busca el virtuosismo basado en escalas o pasajes
especialmente brillantes, sino que centra los esfuerzos del solista en la
búsqueda de un color orquestal que aporta una nueva visión, mucho más enfocada
a la belleza de la línea melódica y la polifonía.
Sólo el primer movimiento es el que
podemos considerar más clásico, a la manera concertante de Mozart o Beethoven.
Sin embargo, en cuanto lo dejamos atrás las cosas cambian: el piano parece
convertirse en un instrumento más de la orquesta en el segundo movimiento
(reforzando la extendida idea de que los conciertos para piano de Brahms son en
realidad «sinfonías disfrazadas»), y cede su protagonismo al violoncello en el
tercero. El cuarto, un rondó, nos presenta de nuevo al instrumento solista como
una pieza más del ensamblaje orquestal en la búsqueda de un sonido sinfónico
completo y denso.
Sinfonía nº 3 op. 56 en La menor “Escocesa” (F. Mendelssohn)

Enemigo de las llamadas «músicas
nacionales» prácticamente nada nos remite a la tierra que da nombre a la
sinfonía, exceptuando ciertos ritmos del scherzo
en el segundo movimiento, que se aplacarán en el tercero a favor de una música
más «alemana», serena, noble y amplia. El cuarto movimiento devuelve el ritmo
danzante y ciertas insinuaciones de folklore escocés tamizadas por la neblina
del recuerdo de casi tres lustros, para cerrar la sinfonía recuperando el tema
de apertura, el recuerdo de Holyrood del que jamás podremos escapar.
Alejandro G. Villalibre
Por si te interesa, aqui tienes un programa que simula un piano virtual para reproducir archivos midi, es muy intructivo
ResponderEliminary está gráficamente muy bien diseñado (viene con su codigo fuente)
http://delphimagic.blogspot.com.es/2011/08/reproducir-archivo-midi-en-piano.html