sábado, 1 de diciembre de 2012

Notas al programa. Jornadas de Piano "Luis G. Iberni". Oviedo Filarmonía & Arcadi Volodos (piano)




Obertura trágica, op. 81 (J. Brahms)

Cuando en 1879 Johannes Brahms fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Breslau, rápidamente acometió la composición de una obra como agradecimiento a la institución, que llevaría por título Obertura para un Festival Académico. Sin embargo, el cambiante temperamento del autor le llevó a la necesidad de crear por oposición esta Obertura trágica. “Una ríe, la otra llora” es la enigmática frase que dio por explicación cuando fue preguntado por la inusual concepción de estas obras hermanas. Ambas fueron estrenadas simultáneamente el 4 de enero de 1881 en la ciudad de Breslau, con el propio Brahms a la batuta. Al menos, este fue el estreno «oficial», ya que algunas fuentes indican que la Obertura trágica pudo haber tenido un pase previo unos días antes –el 26 de diciembre de 1880– a cargo de la Filarmónica de Viena dirigida por Carl Richter.
Formalmente nos encontramos con una obra en tres secciones (rápida-lenta-rápida), con forma sonata y tonalidad de Re menor, siempre tan asociada a la tragedia y la exaltación sentimental. Es una obra ciertamente «brahmsiana», donde el compositor expone su temperamental carácter en apenas catorce minutos de una manera muy críptica, sin concesiones al espectador. Huraña y cambiante, imprevisible y esquiva, no busca agradar tanto como epatar. ¿Y acaso no es este un resumen de la producción del maestro de Hamburgo?


Concierto para piano y orquesta nº 2 en Si Bemol Mayor, op. 83 (J. Brahms)

La dificultad técnica de este segundo concierto para piano de Brahms emparenta esta obra con la concepción formal que del género tenía Franz Liszt, añadiendo un cuarto movimiento al tradicional esquema de tres, y sugiriendo una amplitud orquestal mayor de la acostumbrada. El autor no busca el virtuosismo basado en escalas o pasajes especialmente brillantes, sino que centra los esfuerzos del solista en la búsqueda de un color orquestal que aporta una nueva visión, mucho más enfocada a la belleza de la línea melódica y la polifonía.
Sólo el primer movimiento es el que podemos considerar más clásico, a la manera concertante de Mozart o Beethoven. Sin embargo, en cuanto lo dejamos atrás las cosas cambian: el piano parece convertirse en un instrumento más de la orquesta en el segundo movimiento (reforzando la extendida idea de que los conciertos para piano de Brahms son en realidad «sinfonías disfrazadas»), y cede su protagonismo al violoncello en el tercero. El cuarto, un rondó, nos presenta de nuevo al instrumento solista como una pieza más del ensamblaje orquestal en la búsqueda de un sonido sinfónico completo y denso.


Sinfonía nº 3 op. 56 en La menor “Escocesa” (F. Mendelssohn)

Los trece años que separan el viaje de Felix Mendelssohn a Gran Bretaña (1829) y el estreno de su sinfonía «Escocesa» (1942) no fueron óbice para que los vívidos recuerdos atesorados por el compositor durante su visita a la capilla del Palacio de Holyrood House se mantuviesen en su memoria: “La capilla cercana a ella carece ahora de techo; hiedra y pasto crecen allí y sin embargo fue ante ese altar destrozado, que María fue coronada Reina de Escocia. A su alrededor todo está estropeado y desmoronado mientras el brillante cielo lo ilumina. Creo que hoy he encontrado en esa vieja capilla el comienzo de mi Sinfonía Escocesa” escribió a su familia desde Edimburgo. Ese destello de luz entre ruinas y silencio es el que da comienzo a la obra, una introducción lenta de la que brotará el allegro de sonata.

Enemigo de las llamadas «músicas nacionales» prácticamente nada nos remite a la tierra que da nombre a la sinfonía, exceptuando ciertos ritmos del scherzo en el segundo movimiento, que se aplacarán en el tercero a favor de una música más «alemana», serena, noble y amplia. El cuarto movimiento devuelve el ritmo danzante y ciertas insinuaciones de folklore escocés tamizadas por la neblina del recuerdo de casi tres lustros, para cerrar la sinfonía recuperando el tema de apertura, el recuerdo de Holyrood del que jamás podremos escapar.


Alejandro G. Villalibre


1 comentario:

  1. Por si te interesa, aqui tienes un programa que simula un piano virtual para reproducir archivos midi, es muy intructivo
    y está gráficamente muy bien diseñado (viene con su codigo fuente)
    http://delphimagic.blogspot.com.es/2011/08/reproducir-archivo-midi-en-piano.html

    ResponderEliminar