"La calidad de la obra es lo que cuenta, no el género"
El pasado martes terminaron las funciones de ‘Doña Francisquita’ en el Teatro Campoamor bajo la batuta del Maestro Miquel Ortega, con un gran éxito. Hoy en día Ortega es uno de los directores españoles de su generación más apreciados en el campo de la lírica, y su actividad como compositor también tiene a la voz como elemento principal. En esta entrevista realiza un repaso por el estado actual de la lírica española, sus dificultades, complejos y logros, y aporta algunas claves para entender su lenguaje compositivo y la situación de la creación musical en la actualidad.
‘Doña Francisquita’, ‘La Paca’, es una obra de la familia, magnífica. Estos días han sido muy productivos, y con el relativamente escaso tiempo del que hemos dispuesto para ensayarla (considero que necesitaría el tiempo de preparación de una ópera) la valoración es muy positiva.
¿Cuál es su opinión de la orquesta y coros residentes del Festival Lírico?
Tanto la Oviedo Filarmonía como la Capilla Polifónica han estado a un altísimo nivel, sobre todo en las últimas funciones, en un ‘sprint’ final que es de valorar. Normalmente las zarzuelas no tienen tanta música ni son tan grandes y eso exige más esfuerzo. Quiero destacar el papel del coro, que siendo amateur ha estado magnífico, ya que es una obra muy complicada.
Este Festival Lírico se presenta como el segundo más importante de España tras Madrid ¿cuál es su opinión?
Estoy totalmente de acuerdo, y, por lo tanto, es el segundo más importante del mundo.
Un ‘singspiel’ en alemán, equivalente a la zarzuela española, se programa en ciclos de ópera en nuestro país. ¿Cuándo saldrá la lírica española del ‘ghetto’?
Poco a poco se empieza a programar zarzuela en temporadas de ópera, pero, curiosamente, más fuera de España que aquí. Yo he tenido la oportunidad de dirigir ‘Francisquita’ en la temporada de ópera de Washington, en el Colón de Buenos Aires y en el Capitol de Toulouse
¿Y qué respuesta obtiene?
Siempre que se programa zarzuela en teatros de todo el mundo se hace con toda normalidad, nunca como una cosa extraordinaria. Pero está ocurriendo con otros géneros también que se ‘cuelan’ en teatros de ópera por su grandísima calidad, como ‘West Side Story’ de Bernstein o ‘Sweeney Todd’ de Sondheim. Siempre defiendo que la calidad intrínseca de la obra en sí es lo que cuenta, y no el género.
¿Esa calidad viene dada por los intentos de eliminar la ‘caspa’ de la zarzuela?
Creo que esa ‘caspa’ viene dada por muchas interpretaciones más que por las obras en sí. Hay obras en el repertorio lírico español que son tanto o más buenas que repertorios extranjeros. El problema es que hemos tenido siempre mucho complejo, es lo que deberíamos sacarnos de encima.
¿Nota ese ‘renacer’ zarzuelístico’?
Por supuesto, lo noto en el público, pero también en los programadores. En los últimos años he compaginado muchos más títulos españoles con mis habituales óperas francesas o italianas. Hay obras españolas muy buenas. Se podría decir que ‘Doña Francisquita’ está a la cabeza porque es emblemática y muy operística, pero también encontramos joyas en el Género Chico, como ‘La Verbena de la Paloma’ o ‘La Revoltosa’
¿Por qué siguen faltando grabaciones?
Eso es algo que no puedo entender. Cuando uno habla de las míticas grabaciones de Argenta, tienen mucho mérito pero también muchos defectos, porque la infraestructura que existía no era la idónea. Es cierto que con el tema de la piratería el mercado del disco está complicado, pero es una pena, porque estamos viviendo una época de grandísimas voces en la zarzuela que no están quedando registradas. Esta ‘Doña Francisquita’ con los dos repartos, o los cuatro que ha habido en Madrid, merecería una grabación.
¿Huye de la referencia del disco para dirigir obras tan populares?
Lo principal es la partitura, esa es la fuente de acercamiento. Por supuesto que he escuchado las grabaciones, y procuro conocerlas todas, porque la música, además de ser mi profesión, me gusta. Sé que hay profesionales que lo ven más como su modo de vida y no tienen esa pasión.
A la hora de dirigir a los cantantes, ¿cuál es el grado de libertad que les otorga?
Soy estricto con la obra, aunque entiendo las necesidades de los cantantes cuando tienen lógica y son de índole musical. Por lo único que no transijo son los caprichos. No soy purista con algunas tradiciones de agudos que no están escritos, pero se hacen desde siempre. Por ejemplo, nadie se imagina ‘La pira’ de Verdi sin el Do de pecho final, aunque no está en el original, probablemente porque el cantante del estreno no lo tenía.
En temas de orquestación si ha necesitado hacer ‘arreglos’ en la partitura…
En los años que estudiaba con mi maestro Antoni Ros Marbá, gran director y a la sazón gran compositor y orquestador, siempre me dijo que el único problema de la zarzuela del siglo XX era la orquestación. Incluso en obras italianas del XIX de autores como Bellini es necesario arreglar, ‘peinar’ la partitura, como lo llama el maestro Miguel Roa.
¿Qué implica ’peinar’ una partitura?
Significa pulir algunos defectos de orquestación. Eso se ha hecho hasta con las sinfonías de Beethoven, en su caso porque en ese tiempo estaban evolucionando tanto la técnica de orquestación como los instrumentos, y su pensamiento no se podría llevar a cabo sin esos retoques. En el caso de Francisquita, es necesario ayudar a los cantantes eliminando ciertos ‘doblajes’ de los instrumentos a la voz, siempre que sea posible, ya que, por ejemplo, en el dúo de Beltrana y Fernando la mezzo está en piano en una zona central y sufre mucho, porque no puede con el instrumento que la dobla.
Pasando a su vertiente como compositor ¿de dónde saca tiempo?
¿Es complicado cambiar la mentalidad del lenguaje que usted dirige al suyo propio para componer?
En mi caso estoy en la línea que se ha venido en llamar ‘neorromántica’, y estoy volviendo, como muchos compositores en Europa y América, a un lenguaje más tonal. Me gusta la ambigüedad, entre tonalidad y atonalidad, lo que se llamaba en el primer tercio del XX ‘pantonalidad’, pero vuelvo a la tonalidad sin ningún tapujo.
¿Por convicción o por conectar con el público?
Por convicción. Sé que conecta más con el público, lo he podido comprobar en mis estrenos de ‘La Casa de Bernarda Alba’ o ‘El Bestiario’, donde han disfrutado mucho. Curiosamente, ha habido compositores que se encuentran muy lejos de mi estilo que me han felicitado. Es una convicción personal escribir de esta manera, lo que no quiere decir que no escriba obras atonales, pero como decía Leonard Bernstein hay “un contacto con la naturaleza”. No me alejo demasiado de las leyes naturales de la música.
La situación compositiva ahora mismo es dispersa, no hay un estilo definido…
Es lo que ha ocurrido en el siglo XX y continúa hoy en día. Ha habido una enorme disparidad de estilos. Yo me siento más identificado con Bernstein, Shostakovich o Poulenc que con Alban Berg o Hindemith, aunque me encanta esa música. Hoy en día me entusiasma Henze, aunque no estoy cercano a su estética.
¿Qué hace falta para normalizar esos repertorios en los teatros?
Estamos hablando de grandes compositores. La gente tiene que abrirse un poco más. Entiendo que la tradición de la tonalidad es fortísima, pero de ahí a que todavía hoy haya obras de Benjamin Britten que no se comprenden, no lo concibo.
¿Culpa de los programadores?
Los programadores, más que culpa, tienen miedo. Pero estamos en el problema de que se programan obras como ‘La Canción de la Tierra’ de Mahler, que estuve viendo el otro día en el Auditorio, y a la gente le cuesta asimilar ese repertorio, en teoría arraigado, y que tiene ya 100 años.
N. del A.: Entrevistar al Maestro Ortega es sentarse, escuchar y aprender.
(Foto: Iván Martínez)
PDF de la entrevista en la web personal del Maestro Ortega:
http://www.miquelortega.com/files/EntrevistaMiquelOrtega-OviedoDiario.pdf
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