18/02/2012
“La variedad de estilos es beneficiosa para cualquier coro”
Con la temporada
de ópera recién terminada nos encontramos, como siempre, con diversidad de
opiniones. Sin embargo todo el mundo coincide en destacar el papel del coro en
cada uno de los cinco títulos que han pasado por el Teatro Campoamor desde
septiembre hasta enero. Su director, Patxi Aizpiri nos recibe en su despacho,
situado en el local de ensayos que la Ópera de Oviedo posee en la calle
Cervantes. Preparando ya la próxima temporada, aunque con la formación
disfrutando de unas minivacaciones hasta finales de mes, hace un repaso para
Oviedo Diario de cada título de la temporada, aportando claves y descubriendo
la manera de trabajar en escena para una formación de estas características.
Antes de entrar en
detalles, ¿cuál sería su valoración general de la temporada?
Hemos terminado una temporada que nos ha
dejado muy buenas sensaciones. Han sido títulos en los que el coro ha rendido a
muy buen nivel, y donde el plato fuerte, el ‘Peter Grimes’ ha sido un reto
superado. Hemos recorrido estilos e idiomas muy diversos, y eso ha sido
beneficioso para el propio coro.
Comenzó la
temporada con ‘El Murciélago’ de Richard Strauss…
Ha sido el título divertido de la temporada.
La complicación no era grande a nivel vocal, quizá más a la hora de integrar el
idioma alemán (estamos más acostumbrados al italiano). Escénicamente rompía con
los cánones, era una opereta, y eso nos permitió también disfrutar más en
escena.
Causó polémica la
propuesta escénica de Pontiggia…
Adaptó el libreto al castellano, y hubo
público contrario a eso. Pudo gustar más o menos, pero es innegable que fue una
visión muy divertida donde el coro se lo pasó muy bien.
Hablando de
diversión, ‘La Italiana en Argel’ fue el título que permitió al coro demostrar
toda su capacidad escénica
‘La Italiana’ requería sólo coro de hombres y
es cierto que escénicamente requería mucho a los coristas. Además aquel
vestuario, enseñando la barriga, con los sujetadores… Hubo reticencias al
principio, e incluso me costa que en otras ciudades hubo cantantes que se
negaron a travestirse de esa manera, sin embargo aquí el coro se plegó a las
ideas de Sagi y realizó un trabajo excepcional y muy divertido.
¿Cómo se controla
el empaste coral con estos movimientos escénicos?
Es complicado. Los directores de escena son
los que colocan a la gente, si bien es cierto que yo suelo estar en esos
ensayos y doy mi opinión si veo que las disposiciones pueden perjudicar al
canto. Es una colaboración estrecha en la que estamos continuamente hablando
para poder llegar a un entendimiento.
¿Ocurre a menudo?
A veces. Sin ir más lejos, en el último
título (‘Peter Grimes’) sugerí el cambio de algunas disposiciones, moviendo
alguna gente de sitio, porque sonaría mejor. Al fin y al cabo, el que conoce al
coro soy yo, y sé cómo beneficiar su canto y mejorar el sonido desde fuera. Es
lo que procuro conseguir.
Foto: Iván Martínez- Oviedo Diario |
En noviembre fue
el turno de Mozart, donde se destacó la potencia de la formación.
Sí, aunque tiene su explicación.
Curiosamente, para ‘La flauta mágica’ éramos un coro muy reducido, sin embargo
la colocación escénica nos benefició. Cuando el coro avanza hacia la boca del
escenario ganamos mucho.
¿La colocación
condiciona la interpretación?
Totalmente. Por ejemplo, cuando vemos que el
compositor ha señalado una parte como piano, esa dinámica varía totalmente a la
hora de subir a escena. Si estamos muy detrás, con la cantidad de sonido que se
pierde, ese piano necesita algo más para poder llenar la sala. Sin embargo, el
esfuerzo es mucho menor y el resultado más satisfactorio si cantamos cerca del
patio de butacas, aunque seamos pocos.
¿En algún momento
la reducida caja escénica del Campoamor ha obligado a reducir el tamaño del
coro?
Totalmente. Lo que aquí se hace con cincuenta
y cinco personas de coro, como es el caso del ‘Peter Grimes’, en el Real o en
el Liceo lo hacen con ochenta o noventa. También es cierto que el teatro en sí
es mucho menor, y es necesaria menos gente para que el sonido llegue a todas
las localidades. Sin embargo también condicionan los propios directores de
escena, porque en un determinado momento necesitan a un número específico, o el
vestuario, porque no se ha hecho más que un número de trajes y de ahí no se
puede pasar.
La ‘Norma’ en
diciembre fue un hito, pero ¿los ensayos reducidos llegaron a perjudicar al
coro?
En lo musical tuvimos los mismos ensayos de
siempre: tres ensayos conjuntos con orquesta, pregeneral y general. Sólo se
redujeron los ensayos de escena, ya que al ser una función semiescenificada,
parecía que no hacía falta tanto.
Sin embargo, al
coro se le vio inseguro, no en lo vocal, pero sí en sus movimientos…
Es cierto que el coro tenía unas posiciones
marcadas, a las que tenía que llegar y que tenía que abandonar de una
determinada manera, y puede que no fuese tan fluido como otras veces,
precisamente porque el número de ensayos fue escaso. Sin embargo, no creo que
perjudicase al espectáculo.
Primaba lo vocal…
Totalmente. Además, estuvimos encantados con
el maestro Roberto Tolomelli, era un director ‘de la vieja escuela’, de los que
quedan pocos. Sabía concertar bien,
acompañar a los cantantes…
Muchos
consideraron sus tempi algo lentos.
Es cierto, sin embargo, eran los elegidos por
los cantantes. Cuando trabajas con estrellas como Radvanovsky, Colombara,
Machado… tienes que saber plegarte, siempre hasta cierto punto. Se trata de una
colaboración, no de una lucha, en la que en cada situación hay que darle
preponderancia a un aspecto en concreto.
Y llegamos al
‘Peter Grimes’, donde el coro se convirtió en la primera formación
semiprofesional en interpretar esta ópera en España.
Es un dato que desconocía hasta que se dijo
en la rueda de prensa de presentación. Desde el primer momento lo vi como un
reto apasionante. Es una obra muy compleja, pero estaba seguro de que el coro
podía abarcar eso.
¿Hubo que reforzar
al coro?
Sí, pero se hizo íntegramente con gente de
aquí. Actualmente somos 48 coristas, y el montaje requería de 55. Siempre
traemos gente de Asturias que colabora con nosotros, por lo que el coro sigue
manteniendo su identidad. Es una manera habitual de funcionar en todos los
teatros.
¿Requirió mucho
trabajo?
Era el título más complicado, ya no sólo por
las rítmicas y las disonancias, sino por lo desconocido, y efectivamente fue el
que más tiempo de ensayos nos llevó. El coro era consciente de ello y trabajó mucho
y muy bien.
Además la escena
de David Alden era muy exigente…
Sí, pero en muchos casos eran movimientos
beneficiosos. Por ejemplo, en el contrapunto imitativo del final del primer
acto, la canción “Old Joe has gone fishing”, esa pequeña coreografía ayudaba a
los cantantes a situarse en medio del caos rítmico que se generaba en la
música, era beneficioso porque en todo momento permitía al corista ver dónde
estaba él y dónde el resto de las voces.
Una vez vista esta
variedad de estilos ¿en qué repertorio el coro se siente más cómodo?
Ópera italiana romántica, principalmente
porque es lo que más se canta y lo que más se programa.
Sin embargo, ¿cree
que el coro está preparado para abordar repertorios más desconocidos y
actuales?
Sinceramente, sí., Lo hemos demostrado con el
‘Peter Grimes’, pero no ha sido la primera vez. Recuerdo el ‘Rake’s Progress’
de Stravinsky en la temporada 08/09 que, si bien no era tan compleja, el coro
demostró sus capacidades igualmente.
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