sábado, 4 de febrero de 2012

Valoración de la Temporada de Ópera de Oviedo



4/02/2012


El Ingenio


Más que nunca el ingenio ha sido el protagonista de la Temporada de Ópera de Oviedo que toca a su fin. El ingenio de hacer más con menos –parece que tienen que llegar las vacas flacas para que suba el nivel–, de vender una temporada sin grandes nombres y hacerla un éxito, el ingenio de adecuar los reducidos espacios del teatro Campoamor a producciones más pequeñas… Pero vayamos por partes.

Sondra Radvanovsky como Norma
©carlospictures- Ópera de Oviedo
Sin duda, la intención de mantener los cinco títulos de otros años a costa de sacrificar la escena de uno de ellos fue la decisión más polémica. Y la damnificada fue ‘Norma’, de Bellini. La cuarta ópera de la temporada se presentaba desangelada, semiescenificada, y con la sensación de ser un parche más que una solución. Y, una vez terminada la temporada, sólo se puede catalogar aquel espectáculo como uno de los hitos musicales de Oviedo en el último lustro. Las voces de Sondra Radvanovsky y Dolora Zajick, que elevaron sus papeles de Norma y Aldagisa a un nivel que no se recordaba, y la acertada propuesta escénica de Susana Gómez, reciclando materiales de otras producciones, demostró que el ingenio para reducir costes funciona.

El Murciélago ©carlospictures- Ópera de Oviedo
‘Norma’ fue el título que consiguió elevar el nivel de una temporada que hasta entonces se movía en lo simplemente correcto, con un inicio de temporada que por primera vez presentaba una opereta (es decir, una zarzuela en alemán) con ‘El Murciélago’ de Johann Strauss II. El ingenio de cambiar un Strauss por otro (¡qué diferente hubiese sido si las circunstancias hubiesen permitido hacer ‘El caballero de la rosa’ de Richard Strauss!) no consiguió hacer olvidar al público lo que pudo haber sido y no fue, y, pese a una calidad vocal muy notable, sobre todo en el caso de Mariola Cantarero, la producción dejó resquemor debido a sus continuas e innecesarias referencias localistas a Oviedo, y algunas soluciones de libreto bastante discutibles.

La Italiana en Argel ©carlospictures- Ópera de Oviedo
En muchos momentos fue una puesta en escena ingeniosa –como ocurrió con ‘La Italiana en Argel’ firmada por Emilio Sagi– la que elevó el nivel de la producción. En este caso, además, Oviedo se encontraba con una de las grandes estrellas del panorama operístico internacional: Vivica Genaux protagonizaba esta ‘Italiana’ y también el mayor chasco de la temporada por su limitado volumen –ya se sabe, cuanto más alto se apunta, más dura es la caída–, así como por el ‘partenaire’ de escena, el tenor Antonio Lozano, excesivamente nervioso debutando en repertorios todavía desconocidos. Fue en esta producción donde se demostró que las voces graves, un año más, volvían a ser las que tiraban del carro. En la ópera de Rossini fueron Pietro Spagnoli y David Menéndez, y en el título siguiente, ‘La flauta mágica’, sería Joan Martín-Royo.

La flauta mágica ©carlospictures- Ópera de Oviedo
Martín-Royo, habitual del Campoamor en estos años, ha sabido ganarse el cariño del público local, así como forjarse una carera con una voz muy sólida y una vis cómica que desarrolló en todo su esplendor con el rol del pajarero Papageno de  la ópera de Mozart, ingenioso en su desarrollo vocal y dramático, y de nuevo encargado de elevar el nivel del cast más flojo de toda la temporada.

Tras la recuperación del nivel exigible a una temporada de estas características con la ‘Norma’, el final de fiesta, que todavía es motivo de conversación en los círculos musicales asturianos, ha sido el estreno en Oviedo de ‘Peter Grimes’, ópera de Benjamin Britten. La conocida suspicacia del Campoamor ante títulos de este tipo hacía imprevisible el resultado de una apuesta arriesgada, también en lo económico: la taquilla no respondía con el entusiasmo de ‘La flauta mágica’, y eso era sintomático. Sin embargo, una vez que el público se sumergió (nunca mejor dicho) en el opresivo mundo de  la aldea marinera tan sospechosamente parecida al Aldeburgh natal del autor, los recelos se fueron perdiendo en favor de un espectáculo completo, liderado por el tenor Stuart Skelton y la soprano Judith Howarth. 

S. Skelton como Peter Grimes ©carlospictures- Ópera de Oviedo 
Cabe preguntarse si sigue siendo noticia que una ópera que data de 1945, plenamente aceptada en cualquier teatro sin ningún problema, siga provocando recelo en Oviedo; que haya que señalar que el público asturiano aplaudió la ópera ‘dura’. Quizá la tradición musical se impone a la educación musical. Quizá no interesa tanto avanzar. A lo mejor es buena idea que el año que viene cuatro de las cinco óperas sean ‘greatest hists’ –‘Werther’, ‘Lucia di Lamermoor’, ‘Don Carlo’ y ‘Turandot’– y que la quinta, ‘Agrippina’ de Haendel, sea una ópera menos conocida pero de un autor que gusta. Al menos las funciones estarán llenas y la ópera de Oviedo recaudará más dinero. Pero la seguridad mata al ingenio.

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