sábado, 25 de febrero de 2012

Un repertorio renovado








4/02/2012

El Caserío
De nuevo cuatro títulos compondrán el Festival de Teatro Lírico de Oviedo este 2012, a los cuales se les ha reducido una función, por lo que sólo veremos tres representaciones de cada uno. Tras el programa doble de ‘El estreno de un artista’ y ‘Gloria y peluca’, que se estrena el 29 de febrero, a finales de marzo llegará ‘El Caserío’ de Jesús Guridi, en una producción del Campoamor junto con el Teatro Arriaga de Bilbao, que apostó por un título emblemático de este compositor vasco, muy ligado a la capital vizcaína, y que, pese a estar presente en el acervo popular con este ‘Caserío’ u otras obras de raíces vascas, no es muy común ver encima de las tablas de un teatro. Con dirección de escena de Pablo Viar, veremos un título conocido pero poco representado, que sigue aportando variedad al repertorio lírico.

La del soto del parral
Esta tendencia ‘renovadora’ se romperá en abril, cuando llegue el montaje de ‘La del soto del parral’, ya presentado en Oviedo hace unos años, y que el Teatro de la Zarzuela recuperó la temporada pasada.  Con música de Reveriano Soutullo y Juan Vert, y libreto de Luis Fernández de Sevilla y Anselmo C. Carreño, esta zarzuela narra los encuentros y desencuentros de un joven matrimonio, a costa de viejos asuntos familiares, en un pueblo de Segovia. Una mirada cariñosa y levemente crítica al mundo rural. Desde su estreno el 26 de octubre de 1927 en el Teatro de La Latina de Madrid no ha abandonado los escenarios líricos ni la memoria colectiva del público.

Amadeu
Para cerrar la temporada nos encontramos a finales de mayo con un espectáculo atípico. No se trata de una zarzuela propiamente dicha, tampoco de una antología. Podría parecer un musical, pero no es así. Se trata del inclasificable ‘Amadeu’, obra lírica teatral firmada por Albert Boadella que hace un repaso de la vida del compositor catalán Amadeo Vives a través de su música. Presentada en los Teatros del Canal el año pasado, Boadella se identifica con Vives hasta tal punto que no se sabe dónde termina el personaje y empieza la autobiografía. Catalanista en sus inicios (Vives es el autor del himno de Mallorca y de canciones ‘patrióticas’ catalanas) y acusado de ‘españófilo’ según avanzaba su carrera (su ‘Doña Francisquita’ o ‘Bohemios’ son grandes títulos madrileños por antonomasia), fue reconocida como uno de los hitos musicales de 2011 en nuestro país.

Teatro dentro del teatro para dar comienzo a la zarzuela






4/02/2012


Recogiendo el espíritu romántico y belcantista con el que terminó el pasado Festival de Teatro Lírico, que para la ocasión apostó por recuperar ‘Los Diamantes de la Corona’ de Barbieri, la zarzuela vuelve a Oviedo con un programa doble que de nuevo trata de devolver a los escenarios dos títulos prácticamente olvidados: ‘El estreno de un artista’, de Joaquín Gaztambide, y ‘Gloria y peluca’ de Francisco Asenjo Barbieri. Sólo tres funciones –la crisis obliga– que desde finales de mes darán comienzo a la temporada 2012, los días 29 de febrero, 2 y 3 de marzo. 

El estreno de un artista
El montaje, firmado por Ignacio García, recientemente ha sido galardonado en los Premios de la Asociación de Directores de Escena: Mejor Escenografía (Juan Sanz y Miguel Ángel Coso) y mejor Iluminación (Francisco Ariza). García apuesta por unir las dos zarzuelas –de una hora de duración cada una– en un espectáculo completo, relacionándolas mediante un sutil cambio en el libreto. De este modo, el malvado director Astucio, causante de los males de la pobre principiante en ‘El estreno de un artista’, es degradado por sus malas artes a maestro peluquero, convirtiéndose de ese modo en Marcelo, un frustrado compositor obligado a trabajar en la peluquería de un teatro en ‘Gloria y peluca’.

El estreno de ambas zarzuelas, fechado a mediados del siglo XIX, le debe mucho a la figura del actor-cantante Francisco Salas, que en 1850 estrenó el papel de Marcelo escrito por Barbieri expresamente para él, y que haría lo propio dos años más tarde con el Astucio de Gaztambide para ‘El estreno de un artista’. Con una avezada visión para el negocio teatral, también a él se le debe la constitución de la zarzuela grande, ya que fue uno de los impulsores del ‘Jugar con Fuego’ con el que Barbieri inició la senda de las zarzuelas en tres actos en 1851. La influencia italianizante que llegó a toda la sociedad española junto con María Cristina, esposa de Fernando VII, se deja ver en ambos títulos. Si bien de Barbieri es conocido su gusto casi ‘rossiniano’ por la música italiana, que aplica a muchos de sus títulos, y en el que siempre ha demostrado estar a la altura de los grandes belcantistas cómicos, la figura de Joaquín Gaztambide puede ser más desconocida para el gran público.

Gran pionero del resurgir zarzuelístico que acompañó a la proliferación de sociedades musicales en el siglo XIX, Gaztambide fue una figura clave en la constitución de un género todavía pionero, y en la estabilización del estilo italiano tan de gusto por el público mayoritario en la época. Con un estilo heredero del Donizetti más puro, sus grandes títulos, como ‘El Juramento’ o ‘La conquista de Madrid’ poco a poco vuelven a escucharse, situando a este autor en el lugar merecido. Desde los tiempos de su composición, ‘El estreno de un artista’ no había vuelto a ser representado. Volvió a los escenarios en la presentación de la coproducción entre el Teatro de la Zarzuela de Madrid y el Teatro Campoamor, en la capital española, hace justo un año, y en esta temporada llega a Asturias. Mientras que ‘El estreno de un artista’ se basa en una adaptación versificada que el poeta Ventura de la Vega hizo de una ópera francesa de Eugène Scribe, ‘Concert à la Cour, ou la débutante’, la historia de ‘Gloria y peluca’ es original, creada por el poeta José de la Villa del Valle.
Gloria y peluca

En palabras de José Miguel Pérez-Sierra, director musical de este programa doble, “tanto Barbieri como Gaztambide pretenden recuperar el género lírico genuinamente español de los siglos anteriores, tamizando la tradición de toda la música italiana de ese momento. Sobre todo ‘Gloria y peluca’ podría ser una ópera corta de Rossini". Esta política de recuperaciones de títulos que den mayor variedad al anquilosado repertorio lírico español no sería posible sin las labores de estudio, investigación y edición crítica de expertos musicólogos que permiten devolver a la circulación a partituras olvidadas, perdidas o en mal estado. En el caso de ‘El estreno de un artista’ la edición crítica ha corrido a cargo del Catedrático de Musicología de la Universidad de Oviedo Ramón Sobrino, mientras que la edición de ‘Gloria y peluca’ la firma Enrique Mejías García.

La unidad dramática que presenta el espectáculo, ideada por Ignacio García se basa en la coincidencia temática: “leyendo el argumento de ambas me pareció que las dos hablaban del mismo tema”, asegura García. “Denuncian ciertos vicios que siguen pendientes todavía, como esa manía que tenemos en España de pensar que la música italiana o la francesa es mejor que la nuestra”. En la primera zarzuela nos encontramos en la corte con una orquesta situada en vertical “a la manera de la Rúe del Percebe”, como asegura su escenógrafo, donde se desarrolla la intriga de la joven debutante a la que se le impide triunfar. Para ‘Gloria y peluca’ nos trasladamos a un teatro de ópera, aunque visto desde atrás, a las entrañas de su sala de peluquería donde el malvado director musical de ‘El estreno de un artista’, Astucio, ha sido degradado a maestro peluquero y lucha contra su ambición por triunfar para conseguir el amor de la costurera María.

Como arranque de temporada, entronca estilísticamente con el final de la anterior, por lo que la Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo, que un año más ejercerá de coro residente del Festival, se pondrá de nuevo a prueba en un espectáculo muy exigente, no tanto en lo escénico como en lo vocal. Ambas zarzuelas, tanto para solistas, como para coro y orquesta (que un año más será la Oviedo Filarmonía), se encuentran llenas de intrincados malabares rítmicos y melódicos, presentando grandes números concertantes donde hasta cinco líneas vocales diferentes se suman al aparente caos que se produce por las historias de teatro dentro del teatro. Una magnífica oportunidad para conocer los entresijos del mundo lírico, que siglo y medio después, no difieren un ápice de las atrocidades que eso sí, en forma de comedia se presentan en ‘El estreno de un artista’ de Gaztambide y ‘Gloria y peluca’ de Barbieri.



lunes, 20 de febrero de 2012

Coherencia y estructura en la música cinematográfica: el caso de 'Sé quién eres', de José Nieto



I Encontro Ibero-Americano de Jovens Musicólogos


Lisboa, 22- 24 de marzo de 2012


Abstract y presentación PREZI




Abstract:

La búsqueda de una coherencia musical que otorgue al conjunto de una banda sonora entidad propia y pleno sentido ha sido siempre una constante en la obra de José Nieto (Madrid, 1942). En este sentido, la estructura de la música para la película Sé quién eres (Patricia Ferreira, 2000) se sustenta, como la mayoría de las escritas por Nieto, en una serie de motivos y temas recurrentes, asociables (a la manera de leitmotiven) a situaciones o personajes, y relacionables entre sí.
Su evolución a lo largo del metraje de Sé quién eres es pareja al recorrido del guión de la película. Nos encontramos ante una historia de acontecimientos borrosos que poco a poco se van aclarando, y, de la misma manera, la composición avanza algunos de sus motivos de una manera difusa para presentarlos al completo tras un proceso de descubrimiento paralelo a la historia.
El compositor construye su propio thriller musical, tomando la postura de narrador omnisciente. De este modo, aporta pistas auditivas al espectador que se adelantan a las revelaciones del guión, avanzando acontecimientos y relacionando personajes entre sí mediante sus motivos.
La obra, que supuso un nuevo reconocimiento al compositor por parte de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España (convirtiéndose en el sexto ‘Goya’ en manos de Nieto), ha pasado a la historia como una de las partituras para cine más complejas e interesantes de este autor, que nos proponemos desgranar en esta comunicación.



Presentación PREZI:
Pulsar el PLAY. Esperar a que cargue del todo (a que la imagen sea nítida), y, para ver en pantalla completa, pinchar en More-Fullscreen (esquina inferior derecha). Desplazarse por la presentación normalmente con las flechas de dirección del teclado


sábado, 18 de febrero de 2012

Entrevista a Patxi Aizpiri. Director del coro de la Ópera de Oviedo







18/02/2012

“La variedad de estilos es beneficiosa para cualquier coro”

Con la temporada de ópera recién terminada nos encontramos, como siempre, con diversidad de opiniones. Sin embargo todo el mundo coincide en destacar el papel del coro en cada uno de los cinco títulos que han pasado por el Teatro Campoamor desde septiembre hasta enero. Su director, Patxi Aizpiri nos recibe en su despacho, situado en el local de ensayos que la Ópera de Oviedo posee en la calle Cervantes. Preparando ya la próxima temporada, aunque con la formación disfrutando de unas minivacaciones hasta finales de mes, hace un repaso para Oviedo Diario de cada título de la temporada, aportando claves y descubriendo la manera de trabajar en escena para una formación de estas características.

Antes de entrar en detalles, ¿cuál sería su valoración general de la temporada?
Hemos terminado una temporada que nos ha dejado muy buenas sensaciones. Han sido títulos en los que el coro ha rendido a muy buen nivel, y donde el plato fuerte, el ‘Peter Grimes’ ha sido un reto superado. Hemos recorrido estilos e idiomas muy diversos, y eso ha sido beneficioso para el propio coro.

Comenzó la temporada con ‘El Murciélago’ de Richard Strauss…
Ha sido el título divertido de la temporada. La complicación no era grande a nivel vocal, quizá más a la hora de integrar el idioma alemán (estamos más acostumbrados al italiano). Escénicamente rompía con los cánones, era una opereta, y eso nos permitió también disfrutar más en escena.

Causó polémica la propuesta escénica de Pontiggia…
Adaptó el libreto al castellano, y hubo público contrario a eso. Pudo gustar más o menos, pero es innegable que fue una visión muy divertida donde el coro se lo pasó muy bien.

Hablando de diversión, ‘La Italiana en Argel’ fue el título que permitió al coro demostrar toda su capacidad escénica
‘La Italiana’ requería sólo coro de hombres y es cierto que escénicamente requería mucho a los coristas. Además aquel vestuario, enseñando la barriga, con los sujetadores… Hubo reticencias al principio, e incluso me costa que en otras ciudades hubo cantantes que se negaron a travestirse de esa manera, sin embargo aquí el coro se plegó a las ideas de Sagi y realizó un trabajo excepcional y muy divertido.

¿Cómo se controla el empaste coral con estos movimientos escénicos?
Es complicado. Los directores de escena son los que colocan a la gente, si bien es cierto que yo suelo estar en esos ensayos y doy mi opinión si veo que las disposiciones pueden perjudicar al canto. Es una colaboración estrecha en la que estamos continuamente hablando para poder llegar a un entendimiento.

¿Ocurre a menudo?
A veces. Sin ir más lejos, en el último título (‘Peter Grimes’) sugerí el cambio de algunas disposiciones, moviendo alguna gente de sitio, porque sonaría mejor. Al fin y al cabo, el que conoce al coro soy yo, y sé cómo beneficiar su canto y mejorar el sonido desde fuera. Es lo que procuro conseguir.
Foto: Iván Martínez- Oviedo Diario

En noviembre fue el turno de Mozart, donde se destacó la potencia de la formación.
Sí, aunque tiene su explicación. Curiosamente, para ‘La flauta mágica’ éramos un coro muy reducido, sin embargo la colocación escénica nos benefició. Cuando el coro avanza hacia la boca del escenario ganamos mucho.

¿La colocación condiciona la interpretación?
Totalmente. Por ejemplo, cuando vemos que el compositor ha señalado una parte como piano, esa dinámica varía totalmente a la hora de subir a escena. Si estamos muy detrás, con la cantidad de sonido que se pierde, ese piano necesita algo más para poder llenar la sala. Sin embargo, el esfuerzo es mucho menor y el resultado más satisfactorio si cantamos cerca del patio de butacas, aunque seamos pocos.

¿En algún momento la reducida caja escénica del Campoamor ha obligado a reducir el tamaño del coro?
Totalmente. Lo que aquí se hace con cincuenta y cinco personas de coro, como es el caso del ‘Peter Grimes’, en el Real o en el Liceo lo hacen con ochenta o noventa. También es cierto que el teatro en sí es mucho menor, y es necesaria menos gente para que el sonido llegue a todas las localidades. Sin embargo también condicionan los propios directores de escena, porque en un determinado momento necesitan a un número específico, o el vestuario, porque no se ha hecho más que un número de trajes y de ahí no se puede pasar.

La ‘Norma’ en diciembre fue un hito, pero ¿los ensayos reducidos llegaron a perjudicar al coro?
En lo musical tuvimos los mismos ensayos de siempre: tres ensayos conjuntos con orquesta, pregeneral y general. Sólo se redujeron los ensayos de escena, ya que al ser una función semiescenificada, parecía que no hacía falta tanto.

Sin embargo, al coro se le vio inseguro, no en lo vocal, pero sí en sus movimientos…
Es cierto que el coro tenía unas posiciones marcadas, a las que tenía que llegar y que tenía que abandonar de una determinada manera, y puede que no fuese tan fluido como otras veces, precisamente porque el número de ensayos fue escaso. Sin embargo, no creo que perjudicase al espectáculo.

Primaba lo vocal…
Totalmente. Además, estuvimos encantados con el maestro Roberto Tolomelli, era un director ‘de la vieja escuela’, de los que quedan pocos.  Sabía concertar bien, acompañar a los cantantes…

Muchos consideraron sus tempi algo lentos.
Es cierto, sin embargo, eran los elegidos por los cantantes. Cuando trabajas con estrellas como Radvanovsky, Colombara, Machado… tienes que saber plegarte, siempre hasta cierto punto. Se trata de una colaboración, no de una lucha, en la que en cada situación hay que darle preponderancia a un aspecto en concreto.

Y llegamos al ‘Peter Grimes’, donde el coro se convirtió en la primera formación semiprofesional en interpretar esta ópera en España.
Es un dato que desconocía hasta que se dijo en la rueda de prensa de presentación. Desde el primer momento lo vi como un reto apasionante. Es una obra muy compleja, pero estaba seguro de que el coro podía abarcar eso.

¿Hubo que reforzar al coro?
Sí, pero se hizo íntegramente con gente de aquí. Actualmente somos 48 coristas, y el montaje requería de 55. Siempre traemos gente de Asturias que colabora con nosotros, por lo que el coro sigue manteniendo su identidad. Es una manera habitual de funcionar en todos los teatros.

¿Requirió mucho trabajo?
Era el título más complicado, ya no sólo por las rítmicas y las disonancias, sino por lo desconocido, y efectivamente fue el que más tiempo de ensayos nos llevó. El coro era consciente de ello y trabajó mucho y muy bien.

Además la escena de David Alden era muy exigente…
Sí, pero en muchos casos eran movimientos beneficiosos. Por ejemplo, en el contrapunto imitativo del final del primer acto, la canción “Old Joe has gone fishing”, esa pequeña coreografía ayudaba a los cantantes a situarse en medio del caos rítmico que se generaba en la música, era beneficioso porque en todo momento permitía al corista ver dónde estaba él y dónde el resto de las voces.

Una vez vista esta variedad de estilos ¿en qué repertorio el coro se siente más cómodo?
Ópera italiana romántica, principalmente porque es lo que más se canta y lo que más se programa.

Sin embargo, ¿cree que el coro está preparado para abordar repertorios más desconocidos y actuales?
Sinceramente, sí., Lo hemos demostrado con el ‘Peter Grimes’, pero no ha sido la primera vez. Recuerdo el ‘Rake’s Progress’ de Stravinsky en la temporada 08/09 que, si bien no era tan compleja, el coro demostró sus capacidades igualmente.

sábado, 4 de febrero de 2012

Valoración de la Temporada de Ópera de Oviedo



4/02/2012


El Ingenio


Más que nunca el ingenio ha sido el protagonista de la Temporada de Ópera de Oviedo que toca a su fin. El ingenio de hacer más con menos –parece que tienen que llegar las vacas flacas para que suba el nivel–, de vender una temporada sin grandes nombres y hacerla un éxito, el ingenio de adecuar los reducidos espacios del teatro Campoamor a producciones más pequeñas… Pero vayamos por partes.

Sondra Radvanovsky como Norma
©carlospictures- Ópera de Oviedo
Sin duda, la intención de mantener los cinco títulos de otros años a costa de sacrificar la escena de uno de ellos fue la decisión más polémica. Y la damnificada fue ‘Norma’, de Bellini. La cuarta ópera de la temporada se presentaba desangelada, semiescenificada, y con la sensación de ser un parche más que una solución. Y, una vez terminada la temporada, sólo se puede catalogar aquel espectáculo como uno de los hitos musicales de Oviedo en el último lustro. Las voces de Sondra Radvanovsky y Dolora Zajick, que elevaron sus papeles de Norma y Aldagisa a un nivel que no se recordaba, y la acertada propuesta escénica de Susana Gómez, reciclando materiales de otras producciones, demostró que el ingenio para reducir costes funciona.

El Murciélago ©carlospictures- Ópera de Oviedo
‘Norma’ fue el título que consiguió elevar el nivel de una temporada que hasta entonces se movía en lo simplemente correcto, con un inicio de temporada que por primera vez presentaba una opereta (es decir, una zarzuela en alemán) con ‘El Murciélago’ de Johann Strauss II. El ingenio de cambiar un Strauss por otro (¡qué diferente hubiese sido si las circunstancias hubiesen permitido hacer ‘El caballero de la rosa’ de Richard Strauss!) no consiguió hacer olvidar al público lo que pudo haber sido y no fue, y, pese a una calidad vocal muy notable, sobre todo en el caso de Mariola Cantarero, la producción dejó resquemor debido a sus continuas e innecesarias referencias localistas a Oviedo, y algunas soluciones de libreto bastante discutibles.

La Italiana en Argel ©carlospictures- Ópera de Oviedo
En muchos momentos fue una puesta en escena ingeniosa –como ocurrió con ‘La Italiana en Argel’ firmada por Emilio Sagi– la que elevó el nivel de la producción. En este caso, además, Oviedo se encontraba con una de las grandes estrellas del panorama operístico internacional: Vivica Genaux protagonizaba esta ‘Italiana’ y también el mayor chasco de la temporada por su limitado volumen –ya se sabe, cuanto más alto se apunta, más dura es la caída–, así como por el ‘partenaire’ de escena, el tenor Antonio Lozano, excesivamente nervioso debutando en repertorios todavía desconocidos. Fue en esta producción donde se demostró que las voces graves, un año más, volvían a ser las que tiraban del carro. En la ópera de Rossini fueron Pietro Spagnoli y David Menéndez, y en el título siguiente, ‘La flauta mágica’, sería Joan Martín-Royo.

La flauta mágica ©carlospictures- Ópera de Oviedo
Martín-Royo, habitual del Campoamor en estos años, ha sabido ganarse el cariño del público local, así como forjarse una carera con una voz muy sólida y una vis cómica que desarrolló en todo su esplendor con el rol del pajarero Papageno de  la ópera de Mozart, ingenioso en su desarrollo vocal y dramático, y de nuevo encargado de elevar el nivel del cast más flojo de toda la temporada.

Tras la recuperación del nivel exigible a una temporada de estas características con la ‘Norma’, el final de fiesta, que todavía es motivo de conversación en los círculos musicales asturianos, ha sido el estreno en Oviedo de ‘Peter Grimes’, ópera de Benjamin Britten. La conocida suspicacia del Campoamor ante títulos de este tipo hacía imprevisible el resultado de una apuesta arriesgada, también en lo económico: la taquilla no respondía con el entusiasmo de ‘La flauta mágica’, y eso era sintomático. Sin embargo, una vez que el público se sumergió (nunca mejor dicho) en el opresivo mundo de  la aldea marinera tan sospechosamente parecida al Aldeburgh natal del autor, los recelos se fueron perdiendo en favor de un espectáculo completo, liderado por el tenor Stuart Skelton y la soprano Judith Howarth. 

S. Skelton como Peter Grimes ©carlospictures- Ópera de Oviedo 
Cabe preguntarse si sigue siendo noticia que una ópera que data de 1945, plenamente aceptada en cualquier teatro sin ningún problema, siga provocando recelo en Oviedo; que haya que señalar que el público asturiano aplaudió la ópera ‘dura’. Quizá la tradición musical se impone a la educación musical. Quizá no interesa tanto avanzar. A lo mejor es buena idea que el año que viene cuatro de las cinco óperas sean ‘greatest hists’ –‘Werther’, ‘Lucia di Lamermoor’, ‘Don Carlo’ y ‘Turandot’– y que la quinta, ‘Agrippina’ de Haendel, sea una ópera menos conocida pero de un autor que gusta. Al menos las funciones estarán llenas y la ópera de Oviedo recaudará más dinero. Pero la seguridad mata al ingenio.